lunes, septiembre 30, 2013

7 NOCHES DE ( des ) AMOR: NOCHE 5 - BESAME Y CORRE



No he tenido el mejor de los días, no, después de este fin de semana en el que he pasado de una a otra frustración que cada vez se han resuelto del modo más triste y pegajoso que se pueda uno imaginar.
Por tanto a última hora me voy al hiper pensando en comprarme un pack de seis litronas de cerveza, (el tinto me lo tiene prohibido la dietista ), unos nachos y un bote de queso para calentar en el micro de ese con un insalubre color amarillo chillón. Un menú ante cuya sola visión tus arterias huirían por patas si pudieran porque  es cierto, es un asco y no va a hacerme sentir mejor mañana por la mañana, más bien todo lo contrario.Pero hoy necesito una noche de sentirme loco, peligroso e irresponsable.
Y cuando estoy así, en plan suicida cardiovascular rebuscando en el estante de la bollería industrial el pack justo  de pastelitos atiborrados de nefastas grasas saturadas que mi triste corazón está necesitando,  me empieza a sonar el móvil ( "coooorazooon latiiiinoooo-tarirotariiiro-tarirotariii" ). Fíjate si ando mal que me cuesta un momento  acertar quien tendrá puesta esa música cutrona en el teléfono, hasta que al fin recuerdo que soy yo y descuelgo sin mirar.
"Que pasa" digo en plan "quien perturba la paz de este convento".
"Que tal. Ayer te fuiste sin despedirte, quería saber como estás."
¡Es R.! ¡El Innombrable! Tardo un rato en rearmar mis derruidos esquemas mentales hasta responder en un apropiado tono de gato moribundo.
"...y a ti que coño te importa. Déjame en paz, tío, en serio."
"Venga, no seas capullo" dice la sensata y bien timbrada voz varonil de R. "¿donde estás ahora?"

"En el hiper, comprando cuatro cosas pero te repito que.."
"Oh, vale, estoy casi ahí al lado. Espérame que en diez minutos estoy."

Cojones.
Me lanzo a una loca carrera por los pasillos a dejar las seis litronas y mis alimentos cardiovascularmente catastróficos para coger un zumo de mango, seis yogures desnatados, una lechuga y un bote que primero pienso son vitaminas y luego descubro que son píldoras para el estreñimiento.
Pienso abandonar la pose de hombre-con-dramática-vida-interior que estoy ensayando en el pasillo central para dejar el frasquito pero R. ya aparece por ahí con unos vaqueros viejos, una camiseta negra con el letrero "Lo mejor está en el interior" ( "ya lo creo" resoplo ) y una agradable sonrisa en el rostro.
Estoy absolutamente horrorizado.
Justo hoy que no me puse el desodorante de las ocasiones especiales, que llevo ese calzoncillo tan desgastado que se me adivina la raja del trasero sin moverlo de su sitio y que pasé de lavarme los dientes a mediodía porque casi no comí y tengo el aliento de un chucho mascando piensos compuestos caducados.
"Que bien, te pillé a la primera." dice feliz como si no le hubiese visto anoche ALLI haciendo ESO"estás guapote, oye"
"Guapote" pienso echando un ojo a lo que llevo puesto yo: una de esas camisetas que te llevas tras tomarte seis cubatas en un chiringuito y el pantalón de chandal de la Cadena Q de tan infausta memoria. Tengo que ser un poco sarcástico, claro.
"¿guapote? baaah, pero si voy de lo más informal, lo primero que he pillao en mi fondo de armario reservado para el day-by-day"
R. se sonríe como si yo fuese un molusco encantador.
"Qué gracioso eres" y luego poniendo cara de circunstancias "...de verdad que siento lo de ayer, tío. No sé, pensé que tu estabas más acostumbrado a esas cosas y que no te importaría el..."
"No quiero hablar de eso" le corto rotundo."En realidad no quiero hablar de nada contigo en este momento, solo quiero que te vayas y me dejes terminar la compra tranquilo" contesto del tirón porque la verdad es que es justo eso lo que quiero, que se vaya, para poder dejar otra vez los yogures, recoger las litronas y marcharme a casa para beber en solitario como los héroes románticos fracasados.
R. compone una cara de ligero dolor que me hace arrepentirme al momento de lo que acabo de decir, pero antes de que yo le diga nada estira el brazo y coge entre sus dedos la mano que tengo libre.
"Venga hombre... Ya lo sé, todo lo que nos podía salir mal, ha salido fatal. Pero vamos a darnos otra oportunidad, ¿qué me dices?"
Que increíble el mundo de las tensiones sexuales no resueltas.
Basta notar el calor de su mano dentro de la mía para sentir crecer una aparatosa erección dentro de mi chandal-cadenaQ-collection.
Él, como no es tonto, se percata a la primera de la tienda de campaña que mi amiguito calvo ha montado ahí abajo al Sur de mi organismo. Me aprieta los ,dedos más fuerte y esbozando un gesto cómplice me susurra a la oreja ( dejando que sus labios me rocen justo ahí en el lobulillo diosss ):
"Venga, paga eso y vamos a los servicios de aquí. Te deseo... Ahora..."
Le doy una patada a la cesta para encajarla bajo el stand de las lechugas y jadeo
"Ya terminaré la compra luego...arf-arf-arf, vamos, vamos, sí..."
Bien, sé lo que dije de R. nada más empezar pero ¿cuanto duran la determinación y el orgullo de un hombre sexualmente necesitado?... 
Yo te lo diré: lo que el agua en una cesta.
Corremos uno tras otro por la salida sin compra, él delante volviéndose de cuando en cuando con una sonrisa para asegurarse de que le estoy siguiendo, y a mi solo me falta un hueso de plástico y un collar antipulgas para componer la imagen del chucho perfecto.
El WC de caballeros no está vacío, un ancianete está luchando contra su próstata en uno de los urinarios de pared y pienso que R. por eso se va a cortar un poco pero no lo hace: me empotra entre dos lavabos, aprieta su pelvis contra la mía, después me acaricia la cara con dos dedos y vuelve a sonreir a esa distancia en la que su rostro se me hace borroso y se me duplica.
Esto es super fuerte.
De pronto estoy ahí y todos mis sentidos quedan embriagados por la proximidad de su presencia: el calor de su cuerpo contra el mío, el tacto de sus manos apoyadas en mis caderas y el aroma de su piel, que es un poco como el de la hierba seca por el paso del verano. A esta distancia R. huele a uvas dulces, a trigo maduro y a tiempo de cosecha...
"está muy bien, está muy bien" gruñe el jubilado subiéndose la bragueta del pantalón "me acaban de joder un cuarto de hora de concentración. ¿No tienen una casa para hacer estas cosas?"
No me doy ni cuenta de cuando se marcha, la realidad se ha transformado en una mancha borrosa mientras R. entrelaza sus manos con las mías, apoya todo su peso sobre mi y como a cámara lenta veo sus labios posarse poco a poco sobre los míos...entreabro mi boca y en el delicioso instante en que noto su lengua deslizarse en busca de la mía yo...
...yo...
...yo...
"¡AAAAGGGG!".
Gimo y me convulsiono haciéndole dar un salto hacia atrás y mirarme con ojos desorbitados.
"¿Qué te pasa?" exclama preocupado.
Trago saliva y acierto a jadear.
"...que yo ya he terminado..." susurro.
"¡Pero hombre!" dice R. un poco con risa floja y no le puedo culpar por ello porque si no fuese yo el que se ha corrido con la ropa puesta seguramente me hubiese dado la risa a mi también.
No acierto a responder y me largo a toda prisa sin decir ni adios.
Pero no me voy sin decir nada porque me sienta humillado o avergonzado o algo parecido, no.
Me voy porque lo que he sentido ahí, en ese instante en que he bailado sobre el borde del abismo con sus manos en las mías y sus labios en mis labios, me ha dado pánico.
No voy a poder ser prudente ni sensato con R., no voy a poder pisar el freno y si sigo voy a consumirme en esa llama, ciego de amor, como una polilla en la llama de una vela.
Por eso corro.
Mucho rato.
Y a mitad de la carrera, tiro al río el esmarfone de los cojones.

1 comentario:

  1. ¡Qué vértigo en el giro final! uffffffffff... el peligro del amor...

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