domingo, agosto 23, 2015

COLGADO DE UN HETERO ( a true story )



Hay cosas que no pueden ser te pongas como te pongas.
Los cerdos no pueden fotosintetizar para alimentarse y dar jamones solo a base de agua y radiación solar, y las gallinas por ejemplo no pueden mascar chicle. Empecinarse en algo que de antemano se sabe que no puede ser resulta al final una tremenda pérdida de tiempo que a menudo va acompañada de otras pérdidas colaterales como por ejemplo A ( pérdida de autoestima ) y por supuesto B ( pérdida de energías que seguramente hubieran quedado mejor invertidas en otros asuntos ).
Entre todas estas cosas, a mitad de camino entre la fotosíntesis del cerdo y la gallina chewin-gum se encuentra el gay que se cuelga de un hetero:
¡Pero criatura!
Anda que no hay por ahí mienbros de la raza humana con rabo colgando y tú vas a fijarte justo en ese. ¿Porqué nos gusta tanto hacernos de sufrir?
...no se sabe porqué, pero es así, y cuanto más inaccesible e imposible es algo, más apetecible resulta para los individuos de nuestra especie. A veces es solo puro fantasear  ( por ejemplo imaginar cosas fantásticas pero super sucias con esos PQTF* -Papas Que Te Follarias- cuando pasan inocentes y encantadores delante tuyo con su mujer, sus nenes y ese culazo en el que te ves metiendo la nariz ), y a veces son cosas más serias que escapan al control personal de uno mismo. En la adolescencia, cuando uno tiene todavía muchas cosas por definir y las alternativas parecen infinitas, es casi comprensible que sucedan ¡pero a tu edad y a la mía, Catalina!...
No sé porqué me acordé esta tarde en concreto de este tema, pero como parte de este verano tan retrospectivo que me estoy cascando, aquí va en unas breves líneas el que creo que ha sido mi último pernicioso cuelgue-hetero:

JUANJO


Con Juanjo me encontré al entrar en el puesto de trabajo que ocupo ahora, el último hasta ahora de mis "volantazos" vitales que he pegado en busca de "felicidad"... sin extenderme mucho en aburridos prolegómenos diré nada más que el ambiente en principio resultaba como super hostil, con gente que llevaba un montón de años trabajando en ese sitio y veían cada nueva incorporación como una amenaza a su estatus, por lo cual ponían todo de su parte para demostrarte que NO eras bienvenido.
Puede que fuese ese entorno en el que parecía complicada la supervivencia  el que me hiciese especialmente receptivo a las más mínimas señales de simpatía, y también que me hiciese magnificar y sublimar esas señales...
...pero la primera vez que coincidí con Juanjo, me estrechó vigorosamente la mano y me dijo "encantado de conocerte" dedicándome una preciosa sonrisa y con unos ojos verdes brillantes de esos por los que individuos menos curtidos han quemado sus fuertes y dejado hundir sus barcos en el mar....
.....pues solo pude decir "joder, ESTOY ENAMORADO".
No puedo decirte que Juando me hiciese dudar desde un principio de sus apetencias sexuales, porque creo que al día siguiente de conocernos ya estaba mostrándome un archivo del ordenador en el que tenía anotadas todas sus conquistas -femeninas, claro-, incluyendo datos como fecha,  duracion de la relación, aproximado número de polvos ( en muchos casos no era más que uno porque se trataba de rollos de un día, este era un empotrador de campeonato, de ahí la necesidad de llevar un fichero si uno necesitaba hacer un seguimiento de las propias hazañas ) y alguna divertida anécdota adicional para recordar a la afortunada de turno y de paso divertir al público que en este caso era yo.
Yo, en ese estado de intensa jilipollez en el que te coloca ese estado de Colgado De Un Hetero, interpretaba incorrectísimamente las señales y pensaba que esa forma de mostrarme tanta intimidad y confianza solo podía hacerme pensar que había visto algo en mi que le estaba haciendo cuestionarse su atracción por los chochetes...¡craso error!, porque con el paso del tiempo me enteré que le había hecho el mismo repaso del archivo a toda la plantilla. Pero a mi, que llevo demostrando a lo largo de los años un nivel de capullez inmune al paso del tiempo, solo se me ocurrió decirle:
"Joder que curriculum, solo te falta un fontanero y un butanero"
A Dios gracias los heteros acostumbran a ser bastante cortos, son como incautos conejos o cervatillos saltando la mediana de la autovía ignorantes de las amenazas que hay a su alrededor, y solo se le ocurrió descojonarse y decirme:
"¡Jajaja!...pues no, pero tuve detrás al hijo del alcalde que hasta me daba dinero si le dejaba que me chupase la polla, ¿como te quedas, tío? ¡jajaja!"
Yo me quedé muerto, claro, pero tampoco en exceso sorprendido porque esos ojos verdes responsables de alteraciones severas en la tectónica de placas y la deriva de los continentes tenían que ser responsables de muchísimas imprudencias. En cualquier caso ese compartir confidencias tan íntimas ( yo jamás hubiese contado lo del hijo del alcalde aún cuando hubiese llegado a encontrarme a algún descerebrado dispuesto a ofrecer dinero por mis servicios ) me tenía estúpidamente onnubilado, quizás pensando que algún día Juanjo iba a decirme "a ti te dejo que me la chupes gratis".

¡Cuanto tiempo de frustración vino después!
Porque Juanjo nunca avanzó ni progresó en ese nivel de confianza, y si conmigo se lanzó el primer día era porque tenía a toda la plantilla aburrida de oirle el mismo rollo y necesitaba orejas nuevas para contar sus aventuras, no porque pensase ni tan siquiera -como yo me atrevía a sugerir en mis delirios más castos- que alguien como yo era merecedor de su más profunda amistad e ibamos a terminar en un "algo" esplendoroso entre amigos y hermanos aún sin la excelencia del roce físico.
No progresó, yo empecé a hacer las jilipolleces que uno suele hacer en estos casos cuando piensas que él piensa que tú estás pensando lo que no estás pensando en realidad; a ratos me hacía el distante, a ratos hacía pucheritos a ver si se acercaba a preguntarme qué mal me estaba afligiendo y siempre me calentaba de modo desesperante las pelotas mirando su estupendo trasero evolucionar a mi alrededor, tan cerca y tan lejos a la vez ( como dicen en las novelas cursis ) de mis deditos viciosos...

Creo que Juanjo terminó mirándome como se mira a los bichos raros o a la zarigüeya muerta que un grupo de hormigas arrastra trabajosamente a su hormiguero: con un poco de resquemor y un poco casi de aversión ante lo que a uno no le agrada y tampoco le resulta comprensible ( ¿quien entiende el encanto de masticarse una zarigüeya en equipo? ). Por fortuna, ¡porque si no creo que hubiese terminado pidiéndola yo!,  Juanjo estuvo de baja por enfermedad durante una larga temporada, a continuación solicitó un cambio de destino y sin darnos casi cuenta le terminamos perdiendo de vista.
Yo por aquel entonces ya estaba en la fase tres de amor-no-correspondido, demostrándole a aquellos hermosos ojos verdes una animadversión a la que seguro él, que no tenía ni la menor idea de mis complicados devenires interiores, no veía ni la menor lógica, y por ello creo que los dos suspiramos aliviados al perdernos mutuamente de vista.
Porque si él una tarde me llega a pillar a solas en el servicio, me pone una mano en el hombro y me dice "¿Pero qué nos está pasando, porqué no volvemos a ser amigos?" yo  habría terminado con los calzoncillos en los tobillos y esta historia con un  final mucho más dantesco...
...no, Juanjo desapareció, y después solo le he visto una vez del brazo de una chica alta de pelo corto y fortachona ( joer, para eso podría haberle servido yo, ¿no? , jaja ) y empujando un carrito con un nene dentro.

¿Qué has sacado de partido a mi anécdota, amable lector?...o mejor dicho, ¿qué DEBERÍAS haber sacado en limpio?
Pues que los cuelgues con los heteros son perniciosos para la salud, nos hacen comportanos como unos jilipollas y lo mejor es tratar de agarrar a ese sentimiento apenas surja en nuestro interior y retorcerle el pescuezo nada más nacer como se hace con los alimañas y los seres que es mejor evitar que prosperen y se reproduzcan.
A buen seguro habrá quien pueda haber ido más allá en su cuelgue-hetero cometiendo errores que luego no se ha perdonado y que quizás pueda compartir, solo para que a todos nos quede clara la moraleja de esta historia: que estas cosas hay que evitarlas.

Aunque a veces sean inevitables.

Porque si esta noche se me cruza el Juanjo y me dice un "ahí-te-pudras", ¿quien sabe como reaccionarían mis hormonas?"



* El encantador término de los PQTF no es creación personal sino fruto de la mente depravada de una compañera de trabajo a la que le gusta mucho esto de puntuar a esos buenos hombres casados y  estoicos machos reproductores que a fin de cuentas están salvando la especie humana.
Porque si fuese por ti y por mi, bonito, estábamos extinguidos en la siguiente generación.