jueves, mayo 04, 2006

ENNIS DEL MAR HA MUERTO


Cuando abrí los ojos no sabía lo que había ocurrido, simplemente me sentía diferente. Diferente quiere decir mejor, mucho mejor en realidad: podía erguir más la espalda, mis ojos estaban más claros, y hacía tiempo que no sentía la mente tan despejada ni la boca tan limpia, sin el agrio regusto a cerveza de la noche anterior... También era todo un poco extraño, no era como salir de un sueño sino algo distinto, de pronto estaba allí de pie en medio, vestido y mirando al suelo... llevaba puesto un viejo sombrero apolillado que hacía muchísimo que no me ponía, de hecho pensaba que ya no estaba entre mis cosas porque la última vez que estuvo en mi cabeza el viento del Oeste barría las montañas y había alguien que hacía esas cumbres mágicas...
"Pero de donde ha salido", pensé quitándomelo de la cabeza y sosteniéndolo contra mi pecho. Después ví mi camisa, unas conocidas manchas de sangre seca y acudió a mis ojos la vieja y familiar sensación, como si alguien dejase caer con exquisito cuidado una gota de vinagre sobre cada una de mis pupilas, entonces las lágrimas volvieron a hacer borroso el mundo a mi alrededor, con la misma fuerza que siempre, como si el dolor fuese nuevo y no pensase acabar nunca...
Estuve un rato así, cubriéndome el rostro con las manos e intentando contener todo aquel llanto, preguntándome porqué había hecho aquello, porqué me torturaba a mí mismo de esa manera, hasta cuando iba a durar.... como siempre no había respuestas...
Al fin me serené y miré alrededor con mis nuevos y nítidos ojos, contemplando la caravana...
...vaya, parecía que llevase un siglo deshabitada, nadie había limpiado el polvo que habitualmente el viento del desierto cuela por todos los rincones y para colmo el ventanuco que hay sobre la destartalada cocinilla eléctrica estaba abierto, las cortinas revoloteaban y por ellas entraba la arena a ráfagas, cubriendo poco a poco el suelo, los rincones, los muebles, la cama...
"La cama, Santo Dios..."
Bajo aquella colcha descolorida había un bulto, un cuerpo humano con el aspecto de un muñeco roto y abandonado.
Era yo.
No sentí tristeza ni pesar, solo algo parecido a la sorpresa, que era bastante más de lo que había sido capaz de sentir durante los últimos años. Sin duda estaba muerto, la piel tenía un color extraño y parecía haberse encogido en torno a las mandíbulas, mostrando los pocos dientes que me quedaban. Por si me restaba alguna duda, un grueso moscón azulado se posó sobre mis labios, luego sobre el extremo de mi afilada nariz y se quedó alli frotándose las patas delanteras, sin que aquel Ennis del Mar que yacía boca arriba hiciese el menor gesto para espantar a la intrusa de su rostro.
"No hay duda, estoy muerto", me dije con cierto desapasionamiento, y acto seguido me atrapó un ataque de profunda autocompación al verme allí, solo y abandonado a merced de los insectos. ¿Cuanto tiempo llevaba allí? ¿Es que nadie me había echado de menos? ¿Se iba a convertir la maldita caravana en mi gran ataúd metálico por los siglos de los siglos? Repentinamente fui consciente de lo sólo que había estado todos esos años, encerrado en mí mismo con la única compañía de mis recuerdos y la nostalgia por el tiempo perdido.
"Que final tan triste, Ennis del Mar. Ni siquiera al final pudiste morir con un poco de dignidad. Ni una oportunidad para enmendar los errores del pasado, ninguna posibilidad de abandonar el dolor."
Esta vez no lloré como unos instantes antes, tan solo volví a cerrar los ojos y pregunté mentalmente: "¿Ahora qué?"
Descubrí que el tiempo no transcurre igual cuando uno está muerto, porque aunque me había parecido solo un parpadeo de pronto la mortecina luz que entraba por el ventanuco había desaparecido, todo estaba oscuro, había anochecido. Me pareció mejor, la realidad se difuminaba en sombras apenas reconocibles y una suave luz plateada que supuse provenía de la luna hacía parecer todo más hermoso.
Una voz interior, quizás la mía propia o quizás no (porque aquel tono resultaba mucho más amable del que acostumbro a utilizar conmigo mismo) me susurró:
"Sal fuera, Ennis del Mar."
Casi creí percibir un poco de cariño en las palabras, como si alguien comprendiese mi agonía y pensase que era el momento de curar las heridas, de descansar por fin. Me fue imposible negarme a obedecer aquella suave orden y casi sin mover los pies llegué hasta la puerta, la abrí sin ruido y salí al exterior.
"Oh, Dios... Conozco este lugar."
El suave aroma de los pinos y el aire fresco de la noche golpearon mi rostro de una forma tan real que me resultó dificil creer que estaba de veras muerto.
"¿Ves la luz, Ennis?... Camina hacia la luz."
"Mierda",dije. "¿Así que todo va a ser así, como comentan en los programas de televisión? ¿Unos recuerdos del pasado, un tunel oscuro y un viaje hacia una luz? Pues mierda otra vez, no quiero ir hacia la luz. No quiero encontrarme con Dios. Qué quiere Dios de mí, qué pretende que le diga... ¿Quiere que le de las gracias por la vida que me ha tocado vivir? Pues no pienso hacerlo. No voy a ir hacia la puta luz."
Hubo un instante de silencio y luego la voz insistió:
"Joder, Ennis. Camina hacia la luz."
La verdad estalló en mi interior, fue como una gran explosión blanca.
"No puede ser."
Miré a un lado y a otro hasta encontrarla, un tenue resplandor anaranjado entre las ramas de los árboles y eché a correr hacía allí como un loco, con el corazón convertido en una inmensa bola en mi garganta que me impedía respirar y las lágrimas, ¡otra vez las lágrimas!, corriendo por mi rostro como locas, arrastrando por fin la amargura y la pena de tantos y tantos años... Salí a un claro y me detuve casi sin aliento.
Ví una tienda de campaña, ví una hoguera, ví alguien con sombrero tejano agachado, poniendo leños en la lumbre ,ví la forma de aquellos hombros y el cabello oscuro de esa nuca.
Ese alguien se volvió y ví unos ojos.
"Por fin estás aquí, Ennis. Ya tenía el culo helado de esperar."
Corrí. Lo abracé. El mismo viejo aroma. El mismo olor. Estaba en el Cielo.
"Puto Jack Twist".
...no sé si Dios me fulminará con un rayo divino por esta imagen del paraíso, porque en este punto en el que acaba el cuento Ennis y Jack están a punto de hacer el amor frente a ese fuego... pero si creo que Dios representa precisamente ese Amor, debo creer que todo ocurre de este modo, y que los dos vaqueros al fin juntos se aman por toda una eternidad ( o dos, porque tratándose de Amor con mayúsculas a veces una eternidad no es suficiente), de manera que... que Dios los bendiga por siempre.
Una vez más, volando a ras de suelo...