miércoles, abril 11, 2018

VUELTA A VITORIA EN VEINTICUATRO HORAS


...por mantener el espacio actualizado voy a contar El Gran Momento De Marzo, que fue mi excursión a Vitoria. Para extranjeros, desinformados y/o confusos, diré que Vitoria está a tan solo cien kilómetros de Burgos pero tenía muchas razones para esperar el viaje porque:
- Era la última capital de Euskadi que me quedaba por conocer, y estando tan cerca de aquí me pesaba en la conciencia no haber encontrado tiempo ni ganas para visitarla.
- Era la primera vez que tenía tantos días libres seguidos en Semana Santa y parecía delito no aprovecharlos sacando un poco el trasero de mi polvoriento "espacio de confort" (¿ya he hablado de los instintos violentos que me genera esa expresión del "espacio de confort"?...ajjjj )
- El asunto fue como la preparación de la Última Cruzada: problemas, contratiempos y posibilidades de suspensión que no pararon de atravesársenos en el camino hasta el último momento, con lo cual cuando por fin llegó el día y pudimos ponernos en marcha puessss...¡qué satisfacción!
Aún así y debido a la escasa disponibilidad de tiempo de los otros excursionistas, tuvimos que conformarnos con una estancia de 24 horas y una sola noche de pernoctación, entre el Viernes Santo y el Sábado Santo. ¿Y que dio de sí? Pues te lo muestro en album fotográfico que es mucho más ameno y mejor:
VIERNES TARDE

Llegada a la ciudad, con buen ánimo pero un frío de puto invierno. Este era el aspecto que tenía una de las plazas más representativas de la ciudad:


...el hotel -no voy a decir nombres pero bueno- era este vetusto aunque bien situado edificio color como verdoso que se ve en la foto, foto que por otra parte no es mía sino sacada del internete:


(...huy esa foto me parece muy "vintage", no sé...)... bueno, el hotel era dejémoslo en "correcto". No tardamos en descubrir que la "habitación chollo con precio estupendo y que no has de pagar con antelación" era un chollo por algo: pequeña, con vistas a un patio con chimeneas de aluminio y en general, un poco cutrosilla en muchos aspectos. Pero por lo menos parecía limpia, no encontramos manchas sospechosas en las sábanas ni compartimos espacios con criaturillas de seis o más patas, encima solo íbamos a utilizarla para dormir: ¿qué más te da el sitio que haya alrededor si cuando estás dormido no te enteras?...

....total que una vez estrenada la habitación dedicamos el atardecer a patear el casco histórico para ver qué tal estaba y buscar ¡claro! la zona húmeda, que es como se suele denominar al área que concentra mayor cantidad de lugares donde beber y comer a troche y moche. 
La parte vieja de la ciudad no me emocionó especialmente, de ahí que las imágenes que recolecté sean un poco "de aquella manera":

Muestra del buen gusto vitoriano a la hora de pintar fachadas 
de casas que de otra manera serían una sosada.

Segundo ejemplo de movida graffitera elevada 
a la máxima potencia.

Interesante veleta con forma de gato apuntando 
a un campanario.

,,,la verdad es que entre que nos orientábamos y andábamos -mucho más de la cuenta como suele ocurrir en esos casos-, de pronto casi nos llegó la hora de la cena y tuvimos que salir por patas sin casi dejar un duro en los negocios de hostelería de la zona ( bueno, alguno sí pero pocos ). 
Y es que ¡amigo! teníamos reserva en un restaurante laureado con una estrella Michelín y no podíamos llegar tarde. Pasamos un ratillo de estrés gracias a mis problemas de manejo del Google Maps, que tengo los ajustes del móvil en alemán por aquello de practicar y claro, ¡me sale TODO en alemán!, hasta la voz de la señora que me dice por donde tengo que irme metiendo, pero por fin -y no gracias a mi- llegamos al sitio a la hora.
Otra foto que no es mía, la he sacado de por ahí...


...y qué quieres que te diga, esto fue de lo mejorcito del viaje. Nosotros somos muy dados a hacer "turismo gastronómico" y esta era una oportunidad estupenda para tener una "michelín-experience" ( no añadir otro michelín al cinto ¡que también!, sino de visitar un local premiado con ese distintivo ), porque el precio era bastante asequible para lo que suele ser común en estos sitios y la cena estuvo fenomenal, todo buenisimo y encima una muy baja proporción de componentes cárnicos, ¿qué más puede pedirse?...la sensación final, de sobresaliente.

Después se consensuó la visita a un "local de ambiente" por aquello de rematar la noche de forma divertida. Siguiendo la recomendación del enterado del grupo, nos volvimos a patear media ciudad en búsqueda del garito más clásico en esta línea, un sitio llamado "Moet" y es tan-tan clásico que YA CERRÓ SUS PUERTAS, por lo visto hace unos añitos. 
Esto dejó al enteradillo sin opciones por lo cual de nuevo tuve que echar mano de mi "esmarfone" para buscar "locales-gay-vitoria" y oye, ¡qué poco actualizada está la información! y la de putas vueltas que dimos por calles desiertas con un viento helador azotándonos por todos lados sin encontrar NADA porque el sitio en cuestión o estaba cerrado o no existía... al fin y cuando ya estábamos a punto de tirar la toalla dimos con...

...la foto tampoco es mía...que cuando yo estuve allí no era de día.

...sí, "La Cassette", un sitio bastante animado con música divertida, camareros razonablemente atractivos, gominolas de "tapa" para acompañar la copa, en fin, casi todo bien. ¿Lo malo? Pues la media de edad, que fácilmente le sacábamos de quince a veinte años al siguiente cliente más "viejo" del local. Y lo siguiente malo pues que chico, después de los kilómetros recorridos en busca del antro mariconil perdido y las bajas temperaturas, apetecía más un vaso de leche con colacao  y meterse a dormir que ponerse a dar saltos sujetando una bebida alcohólica llena de cubitos de hielo...pero vaya, superamos la prueba, comprobamos que el ambiente gay vitoriano es tan triste como parecido al burgalés, y nos volvimos al hotel con la satisfacción del deber cumplido.

SÁBADO


Estás advertido: lo más interesante pasó ayer, así que prepárate para lo que viene ahora.
Al despertar nos encontramos cielo azul a ratos y un día clarito y fresquete muy propicio para retomar el pateo ciudadano donde lo dejamos la noche anterior. Que no nos debía quedar mucho por andar porque en la peregrinación nocturna rumbo a la Meca Gay nos recorrimos la ciudad de cabo a rabo pero en fin, si te vas de viaje, ¿qué vas a hacer más que andar?...
Así que tras un desayuno vegano para eliminar excesos -y despistados a continuación con otras actividades con las que pasar agradablemente el tiempo dentro de una habitación de hotel y que no viene al caso comentar ( ¡...! )-  llegó la hora del "check-out" y nos lanzamos de nuevo a las calles...
Vitoria a la luz del sol ganó muchos puntos como demuestran estas preciosas imágenes:

Arbolitos

Casita aparente como para quedarse a vivir.
Esto tenía un nombre pero claro, no tomé nota...

Mansión sin duda habitada por fantasma.

...pero ¿quien quiere recorrer las zonas verdes o hacer visitas a importantes monumentos cuando Vitoria es poseedora de un macro-mega-centro comercial más grande que-que-que-ni-sé?
¡Pues nosotros no!, y aprovechamos el rato pre-comida ( "ah,¿pero ya hay que comer otra vez?"..como pasa el tiempo... ) para ir hasta el quinto pino en donde estaba el sitio ese, dar unas vueltas y volver.

Una vista que TAMPOCO saqué yo en la que no se hace justicia a la inmensidad del lugar.
Pensé que con tanta tienda me iba a volver majareta, ¡pero no!, aguanté bien.

Chico, el tiempo vuela cuando uno hace cosas que le gustan y los planes se amontonaban: teníamos pendiente todavía tomarnos unos pinchos, y a las 15:00 teníamos la segunda experiencia gastronómica ( glup ), había que darse prisa...

Mejor pincho, en el "Dazz": corteza de trigo, guacamole y boquerón.
"¡Buaaa, pobre pececito, y te lo comiste siendo vegano, traidor!"...pues sí...

( Otra foto que tampoco era mía, oye...es que cuando estoy entretenido se me olvida lo de  andar inmortalizando cada momento, fíjate que curioso. ¿Así como voy a mantener un Instagram, un Facebook o cualquier historia de esas? )
El restaurante de mediodía estaba en medio del ya mencionado centro histórico...

Otro sitio emblemático de cuyo nombre no te puedo informar...

...aquí, en otra foto que no es mía, tienes el restaurante "Kaskagorri", ubicado en la popular Plaza del Machete. De nuevo imagen a contrapelo, porque ahí estuve de día y en la imagen es de noche.


...un restaurante por todo lo alto: el comedor estaba alto, el camarero era alto, los precios eran altos...nuestras expectativas también eran altas pero después de la experiencia michelín de la noche anterior, el listón también lo habíamos puesto alto e igual por eso el Kaskagorri nos defraudó un poquito, chico. No es que estuviese mal, pero tampoco genial, creo que ese mismo menú -como ya nos advirtieron en la tienda de souvenirs que visitamos un ratito antes- podríamos haberlo tomado en cualquiera de los muchos restaurantes de la zona y por mucho menos dinero.
Y eso que ya veníamos de la susodicha tienda con un Eguzkilore comprado, que es el amuleto de la suerte vitoriano. Imagino que funciona para cosas importantes y no para gansadas del tipo "vamos a proteger a estos paletos de las malas experiencias en el mundo de la restauración de alto standing".

Leyenda real: el Eguzkilore se colgaba en la puerta de los caseríos vascos para que, cuando las brujas malas llegaban por la noche a raptar a los niños con la sana intención de comérselos,
se distrajesen contando las puntas de la flor y les sorprendiese el amanecer
convirtiéndolas en polvo. Como te lo estoy contando.

Al salir tuvimos un momento "el-diablo-pelando-con-su-mujer", que es lo que se dice cuando llueve y hace sol al mismo tiempo, ¿verdad?...aunque no sé si en la foto se aprecia...


...y con esto llegamos a las últimas horas en la ciudad. Horas que empleamos en hacer alguna compra...

...por ejemplo, como fan infatigable que soy, me compré el CD de Laura, el cual
por cierto no es tan coñazo como los dos últimos...¡ups!...¿he dicho "coñazo"?...¡perdón Lauri!

...y todavía nos dio tiempo a visitar el parque de la Florida ( zona de tomateo gay nocturno según "el enteradillo" ) y una de las catedrales vitorianas. Creo que son dos, pero no me cosqué muy bien de este tema...como de tantos otros, uffff...

"Por fin una foto de interés turístico" dirá el paciente lector.

El Banco del Jazz.
Anda, si se me ve el dedo ahí arriba...

Si te sientas en el Banco del jazz, podrás colocar tus glúteos sobre un montón
de grandes figuras de ese entretenido estilo musical.
Por cierto, lo de "banco del jazz" me lo he inventado, ¿se llamará así?

Es que aprovechamos tanto-tanto-tanto que hasta nos dio tiempo camino de la estación a comprar una caja de "Vasquitos y Nesquitas", dulces típicos de la región...

Los Vasquitos...¿serán veganos?...¡ porque me comí unos cuantos!  :-S

Y con esta apabullante intensidad pusimos fin al viaje y nos volvimos para Burgos, a retomar nuestras vidas donde las habíamos dejado... pero tras esta abrumadora experiencia, ¿quien puede seguir como si nada? :-)
Vitoria seguramente ( es más, yo diría que con total certeza ) tiene mucho más para ofrecer al visitante de lo que yo te he enseñado aquí. por mi parte lo voy a dejar en plan "asignatura pendiente" y espero volver con más tiempo, en una época del año más favorable y con un espíritu más así como de enriquecerme espiritual e intelectualmente y no de enriquecer nada más mis ya de por sí abundantes grasas subcutáneas.
Que yo pasármelo me lo pasé muy bien, pero entiendo que igual la cosa no fue como para dedicarle todo un post, jajajaja...

Ahora, para que no digas que has llegado hasta aquí "pa ná", te recompenso tu paciencia lectora con....¡tachán!, el pedazo de videoclip superchulo que le han hecho a las dos pencas finalistas de OT Aitana y Ana War. Que ¡quien lo iba a decir!, lo están petando con esta canción que al principio me pareció un horror y ahora me da como subidón cuando la escucho, lo que son las cosas.
Vamos a por ello, ¡a darle caña, chicas!:


¡Feliz semana a todos!:..y ¡feliz vuelta al cole!...y a mis clases de alemán, ay...huy ahora que me acuerdo lo que tengo que contar también sobre eso, ufff-uff...