domingo, febrero 15, 2009

DESPERTAR


Pasé de un profundo sueño a un estado de conciencia total como si alguien hubiese apretado un interruptor para ponerme en funcionamiento. Aún así tardé en darme cuenta de que lo que me rodeaba la cintura era un brazo de JB, el amigo de Johnny, que se encontraba dormido a mi espalda roncando suavemente.

No tuve ánimo para saber cual era la razón de que estuviese aquel individuo en mi cama vestido únicamente con unos calzoncillos blancos. Sentía mi cuerpo en un estado deplorable a mitad de camino entre una gripe espantosa y una resaca impresionante, así que me deslicé fuera de las sábanas del modo más sigiloso que pude y salí al pasillo de puntillas para no despertarle. En la semi oscuridad me dí de bruces con Johnny al otro lado de la puerta, también en calzoncillos, que echó un rápido vistazo a mi cuarto y se cubrió los labios con ambas manos como si fuese a prorrumpir en gritos de un momento a otro.

-No lo puedo creer-susurró aterrado sin dejar de mirar sobre mi hombro-…¿te lo has follao?...¡que fuerte!...

-No me he follado a nadie –respondí aunque sin saberlo a ciencia cierta-No sé que hace ese ahí, no me acuerdo de nada.

-Oye-continuó Johnny como si no me hubiese oído-, no es que me importe que te acuestes con quien quieras pero qué se yo, creo que es algo que en algún momento uno debe confesar a su compañero de piso porque ahora mismamente, pues no sé, me siento violento así en calzoncillos sin saber lo que puedes estar pensando, ¿entiendes?

-Johnny…por favor, creo que voy a vomitar de un momento a otro, estoy fatal y no tengo fuerzas para esto…

Johnny me contempló con ojos grandes y húmedos como los de un pescado antes de responder:

-Oye, en serio, que no me importa.

-¿No te importa el qué?

-Pues que sigas haciendo lo que quieras con…con él.

-Johnny…estoy muy cerca de perder el control –dije en voz baja sintiendo una nube tormentosa instalarse detrás de mis ojos- Te he dicho que estoy jodido.

-Vale-vale, sin violencias. Pero promete que esto lo tenemos que hablar cuando te sientas más relajado, porque si ahora de pronto tú sales del armario y empiezan a circular por aquí tíos raros, creo que es justo que me tengas al tanto porque yo te juro que el mundo gay lo respeto pero claro, que va a decir mi madre si un día pasa por aquí a traerme provisiones y se encuentra como ese ahí, así…joder con el JB, esto es horrible.

Abrí la boca para contestarle pero no pude decir nada.

De pronto sentí su llamada y todo perdió entidad e importancia, solo supe que tenía que irme de allí inmediatamente. A encontrarme con ella.

Me vestí de cualquier manera con la ropa que había dejado tirada en el salón la noche anterior y empecé a ponerme la cazadora mientras Johnny me contemplaba aún con el semblante descompuesto.

-¿Qué haces? ¿Vas a salir?

-Si, No quiero oir más tonterías.

-Pero él…ya sabes, “él”-repitió e hizo un gesto que pretendía ser gracioso en dirección a mi habitación-…él dijo que no podías salir solo y que debíamos…

-Johnny, no conocemos a ese tío de nada, ¿porqué vamos a hacer caso de lo que nos ordene?-puso gesto de ir a explicarme porqué se suponía que yo tenía alguna obligación hacia JB pero se calló al ver mi mirada helada- Todavía no sé que hace instalado en nuestra casa y menos…

-Pero yo vi a la rubia sobre ti, y tenía dientes como el husky siberiano ese del vecino. Quizás él tenga razón y sea mejor que…

-Sin duda es mejor-decidió una voz grave-.

Los dos nos volvimos y encontramos a JB apoyado en la puerta de salida con una leve sonrisa en los labios.

-Y una mierda-contesté furioso- No vas a impedirme que salga de mi casa.

-Luego me lo agradecerás. ¿Has dormido bien? –preguntó con un destello de diversión en los ojos claros-.

Eso bastó para que Johnny se retirase apresurado balbuceando:

-Creo que mejor os dejo un poco de intimidad para que habléis de vuestras cosas, yo prepararé un café, estoy ahí mismo, ¿vale?

-Gracias, Johnny –contestó JB ampliando su sonrisa para quedar de nuevo ante mi tan natural como si llevase toda la vida hablando con él en calzoncillos- ¿Por donde íbamos?

Sin duda JB, estando yo como estaba en estado de nausea y con las rodillas temblorosas, no era un rival adecuado al que enfrentarme, y él con cada uno de sus gestos demostraba su absoluta seguridad al respecto.

¿…y qué podía hacer si mi corazón latía como una paloma encerrada en mi pecho, apresurado, deseando salir a su encuentro…?

Lancé mi angustiada pregunta al vacío, a donde quiera que ella estuviera, consciente de su atención, de su interés y su cuidado. La respuesta llegó en silencio, haciéndome sonreír suavemente.

-Porqué esa sonrisa –preguntó JB estudiándome con aquella mirada un poco despiadada-Acabaré creyendo que te gusta verme en ropa interior a la puerta de tu casa.

Forcé más mi gesto risueño y respondí:

-…tienes razón, no estoy bien. Parece que a ratos “se me va la cabeza” y no soy yo mismo, ¿sabes?-aguardé alguna respuesta pero él siguió contemplándome en silencio como un gran gato que acecha un pájaro en una rama-Quizás sea una buena idea probar ese café de Johnny, ¿eh?

Entonces sí relajó su expresión quizás al ver que no le proponía ningún plan para salir de allí, me devolvió la sonrisa y respondió con las manos en las caderas:

-Vale, genial. Pero voy a ponerme algo cómodo, ¿no?

-¿Más cómodo?-repuse fingiendo un divertido asombro-Bueno pues coge el albornoz de mi cuarto y te esperamos en la cocina.

-Estupendo. Pero no intentes travesuras, te atraparía antes de llegar al ascensor.

-…y yo no estoy para carreras, tranquilo-resoplé agobiado-Pero si no te fías ven en calzoncillos a la cocina, no me importa.

JB rió sonoramente y le oí decir mientras yo me enfrentaba a Johnny y su cafetera en el salón:

-¡OK, en un minuto estoy ahí!

Mi amigo me aguardaba tras la barra de nuestra cocina americana con ojos de espanto, que se acentuaron cuando me oyó susurrar:

-Johnny…donde tienes el Fanodormo…lo guardas en la nevera, ¿no?

-El Fan…pero por Dios, si acabas de levantarte, ¿quieres dormir otra vez?

-Sácalo –insistí con voz amenazadora y él corrió a acuclillarse ante el frigorífico y empezó a revolver allí dentro, gimoteando-.

-¡Eh! ¿Dónde está ese albornoz? –gritó JB desde mi cuarto- ¿En el armario?

“¡Creo que sí!”, grité, luego hice un movimiento con la vista de los somníferos a la cafetera y Johnny volvió a llevarse las manos en la boca con horror.

-Es para él-dije en voz baja-Echa unas cuantas píldoras ahí, rápido. Y deja nuestras tazas a medio llenar como si ya hubiésemos bebido para que no desconfíe. ¿Lo has entendido todo?

-Pero JB dijo que…

Algo de ella debió aflorar en mi expresión porque Johnny palideció y empezó a vaciar pastillas en el café negro y humeante, reaunudando sus lamentaciones.

-Me tienes acojonao, de verdad, tío, acojonao de veras…

JB irrumpió en nuestro salón-cocina justo cuando mi amigo acababa de cumplir su cometido, envuelto en mi albornoz que le llegaba solo a medio muslo y apenas contenía su poderosa anatomía. Se sentó ante la barra, llenó su taza y se sirvió tres cucharadas colmadas de azúcar, anunciando:

-Dulce, caliente y cargado, así es como me gusta. ¿Lo cargaste bien, Johnny?

Mi amigo compuso ojos de pescado muerto e inopinadamente, vació su taza de un trago.

-Estamos todos un poco alterados con todo esto, me parece –dije en voz baja mirando mi café- Cuesta mantener la normalidad.

JB removió a toda velocidad su cucharilla mirándome con gravedad, Johnny emitió un gemido y preguntó:

-¿Vamos a morir?

Nuestro intruso esbozó una de aquellas grandes sonrisas que ya empezaba a odiar y vació su taza de un trago, contestando:

-Ni hablar, Johnny. No va a morir nadie. Aquí estoy yo para impedirlo.

Mi amigo forzó una sonrisa también, luego puso los ojos en blanco y desapareció de un golpe tras su lado del mostrador.

-¡Joder! ¿Qué te pasa?-gritó JB y luego me miró confundido-¡Se ha desmayado!... ¿Qué haces ahí parado?¡Ayúdame a levantarlo!

De pronto se detuvo, mirándome más despacio y quizás como Johnny vio algo en mis ojos que le inquietó porque compuso cara de pocos amigos y preguntó:

-¿Qué has hecho?...

Di un par de pasos atrás sin perderle de vista. Él se puso en pie y de pronto le abandonó el color del rostro.

“…no…no sabes lo que haces…” balbuceó y después se derrumbó en el suelo con el estrépito de un árbol caído.

“Somos libres”, susurró ella y yo no pensé en nada más, ni en JB ni en Johnny, solo me lancé a la carrera hacia la puerta lleno de nuevas energías y…

…y la encontré cerrada. Era evidente que JB no se había terminado de fiar del todo y había guardado las llaves en algún sitio, probablemente las tenía consigo, así que volví al salón y registré los bolsillos del albornoz, jadeando por la ansiedad.

Ahí no había nada. Sin pensarlo introduje los dedos bajo su slip pues era el único sitio que quedaba por mirar en apariencia y allí sí encontré, no sin sentir cierto golpe de calor en el rostro, las cuatro llaves de Johnny y mías unidas por una arandela metálica.

“No es un sitio muy cómodo para llevarlas pero desde luego es seguro” me dije perdida de repente toda urgencia. Contemplé al hombre dormido durante unos interminables segundos, luego, en un acto casi inconsciente, me llevé los dedos a la nariz y aspiré el olor dulce y profundo, su aroma más íntimo, sintiendo removerse algo en un lugar muy profundo de mi mismo...entonces, olvidado de ella por un momento, incliné despacio mi rostro sobre el suyo, extremadamente perfecto y en total serenidad bajo el mío. Dejé escapar levemente mi aliento y sus labios se separaron un poco, captando toda mi atención. Extendí los dedos y los acerqué a su boca, queriendo tan siquiera rozar aquel ligero brillo que…

“Corre” me instó ella y su voz llenó el mundo borrando todo lo demás “El también tiene sus métodos, te está controlando…no pierdas un minuto, sólo sal a la calle, corre y yo te encontraré. Pero corre YA.”

Me incorporé de un salto parpadeando como si me hubiese quedado dormido un instante, luego salí corriendo y me sumergí en la noche, directo al abrigo de sus brazos.



miércoles, febrero 11, 2009

PRUEBAS DE AMOR


A veces nos da miedo el amor.

A veces el amor es como un salto mortal. Es el mar las tardes de invierno, bajo un cielo nublado oscuro y amenazador. Cuando reúnes el valor y te lanzas a sus aguas, de repente no sabes como pudiste vivir tanto tiempo sin sentir aquello.

Como sobreviviste tan vacío.

Mientras contemplaba caer suavemente la nieve tras la ventana, con la frente ardiendo pegada al cristal , me preguntaba porqué me había dejado así, después de haberme buscado tanto y haberme dado su amor así, creando en mi aquella dependencia de sus besos.

- Es su veneno -había dicho JB cuando me recogió del suelo en el callejón y yo empecé a gritar que me soltara y me dejase marchar- Nos esperan unos días duros si queremos ganarle la partida, muchacho.

-¿Está muerto?¿Está muerto?-gritó Johnny desde muy cerca mientras su amigo me levantaba en brazos como si yo no pesara más que una pluma-.

-No, no lo ha matado -contestó el individuo con sus ojos azules y fríos clavados en mi- En cierto modo resulta casi peor porque quiere decir que piensa convertirle, está buscando pareja. O eso o simplemente es que hemos llegado a tiempo.

-¿Buscaba pareja quien? ¿Esa rubia que estaba sobre él y gruñía como un chucho?

-Es una asesina, Johnny, deberás tener mucho cuidado. Cuando pone sus ojos en alguien hace peligrar todo su entorno y por lo que veo tú eres su único entorno.

Oir aquello trajo a mi memoria de nuevo su voz ( “nadie te echará en falta” )y noté mi alma resquebrajarse un poco más al saber que tenía razón. Si ella se alimentaba de soledad, vacío y desesperación, en mi había encontrado una fuente inagotable.

Noté rodar una lágrima gruesa y cálida por mi mejilla, entonces los ojos de JB se suavizaron, sentí sus dedos rozar un momento mi rostro y luego decir:

-No dejaré que te ocurra nada, ¿de acuerdo? No voy a permitir que se salga con la suya.

…ahora contemplé su reflejo en el cristal, sentado detrás de mí en el sofá aún con el abrigo puesto,mientras afuera la primera pálida luz del amanecer se insinuaba tras las moles negras de los edificios. Él reparó en ello porque se movió un poco y dijo en voz baja:

-Debes acostarte. No te preocupes, si yo estoy cerca no vendrá, y menos durante el día.

-Aún así creo que debes irte –suspiré agotado despegando el rostro de la ventana y volviéndome hacia él-No suelo ser tan desagradable pero no estoy de humor para nada…además, ¿Quién coño eres tú?

Quise ponerme en pie pero de pronto pareció que alguien inclinaba el mundo hacia un lado y sentí como me deslizaba hacia el suelo. JB apareció de pronto a mi lado, sujetándome.

-Es su efecto. Está absorbiendo tu energía, no solo la física sino también la psíquica, por eso te sientes así –explicó y me pareció que no hablaba del mareo sino de mi desolación interior-. Es una mierda, y yo debería haber sido más rápido, esto no tendría que estarte ocurriendo.

-…pero yo…

-Tranquilo. Estoy aquí.

Antes de darme cuenta me levantaba de nuevo en volandas para llevarme a mi cama. Mi cabeza cayó sobre su pecho como si de pronto mi cuello hubiese perdido toda su capacidad para mantenerla firme y pude escuchar el lento y potente latido de su corazón contra mi oído. Entonces abandoné toda resistencia y empecé a resbalar hacia un sueño profundo y oscuro.


miércoles, febrero 04, 2009

HOMBRE MUERTO


El pánico. Cuando el pánico se apodera de ti, la realidad se desdibuja y tu mismo pierdes el control.

El pánico. Correr, reprimiendo unas irrefrenables ganas de gritar, de romper en alaridos.

Corrí. Corrí y vi la ciudad oscura y las calles vacías pasar a mi lado como una filmación en cámara rápida, corriendo también, cada luz y cada farola dibujando largas bandas brillantes tras de sí y yo en el centro de aquel túnel luminoso con la risa suave de ella bailando sobre los hombros. Corriendo, y en todo momento convencido de que era inútil. Que no había escapatoria.

Cuando por fin llegué al bar que solía frecuentar Johnny el corazón se me salía por la boca. El local era un antro que parecía no cerrar nunca, casi siempre atestado de gente y sumergido en una penumbra azulada enfermiza pero al mismo tiempo acogedora. Encontré a mi amigo en una esquina de la barra, charlando con un individuo alto y demasiado sonriente. Johnny iba vestido tan sólo con una camiseta y unos vaqueros sin más prendas a la vista, y me estremecí un poco pensando en la temperatura de afuera.

-Johnny,¿has venido así?-le pregunté a pesar de tener otras cosas mucho más urgentes en la cabeza en aquel momento- Hace un frío que pela, por Dios…

Él se alborozó como nadie lo hace al verme y exclamó:

-¡Ahora íbamos a casa a buscarte! Que guay que hayas venido, tío…

-¿A buscarme?

Johnny se hizo a un lado mostrándome a su acompañante. El hombre sonrió aún más ampliamente a la vez que me estudiaba con ojos de un azul duro que no se correspondían con la pretendida simpatía de aquella sonrisa.

-ÉL es JB –explicó mi amigo y el desconocido se llevó dos dedos a la sien en plan saludo militar sin abrir la boca-Andaba preguntando por nosotros, ha sido una suerte que diese conmigo aquí.

-Pero venga, Johnny –protesté agarrándole por sus flacos hombros y apartándole un poco-Que casualidad. Venga, vámonos a casa y cenamos algo,¿si?...tengo que hablar contigo…

-¿Porqué? Tu mañana no tienes que currar, yo no tengo curro…¿Qué prisa hay?

-Pues, sencillamente, porque no me parece normal ni lógico nada de lo que me cuentas: que este tío aparezca por azar y dé contigo en medio de la puta ciudad… te está sacando copas gratis, ¿verdad?

-¡Que va! Está pagando él, te lo juro…

-Peor me lo pones –dije y a continuación susurrándole al oído añadí:-¿Qué te he dicho de los hombres que invitan a copas a otros tios?...Joder, Johnny…

El desconocido rió deslumbrantemente en la oscuridad del local, luego acercó su rostro al mío, tocó mi hombro y dijo con claridad:

-Hombre muerto. Ella ya ha puesto tus ojos en ti y viéndolo así ya estás muerto o algo peor, a no ser que me ayudes a detenerla.

-¿Ves? Lleva todo el rato así, es cachondísimo –rió Johnny-¿A que ya no quieres irte a casa?

No contesté, solo cogí a mi amigo del brazo y eché a correr, deseando poner la mayor distancia posible ya no solo entre nosotros y aquel tio, sino entre nosotros y toda la ciudad.

-¡Tio!-protestó Johnny-Ya sé que después de tu curro nocturno andas jodido, pero no sé, además de eso estás un poco tenso, ¿no? Relájate…

Avancé a tropezones con Johnny casi a cuestas, mientras la oscuridad se iba haciendo más densa reduciendo el mundo a los puntos luminosos de las farolas y las ventanas como estrellas de un vasto y negro firmamento.

-Por favor, Johnny. Anda más deprisa…

-¡Jo, y luego me dices que si yo me he tomado algo!...oye, en serio, no estarás abusando de alguna mierda, ¿eh, compañero?

Aquello en boca de Johnny me habría doblado de risa en otras circunstancias, ahora apenas le escuchaba como un murmullo lejano pues todos mis sentidos de supervivencia, sentidos desconocidos hasta ese momento, estaban alerta detectando a mi depredador particular y su atención puesta en mi, en algún punto de alrededor entre la negrura que nos rodeaba. Casi visualizando sus músculos tensos, a punto de saltar…

-Johnny, por tu alma-supliqué- Vamos a correr un poco, ¿vale?...Corre, Johnny…

La certeza de la muerte. No la muerte como una idea subjetiva, entendida pero no aceptada. Sentía la muerte como puede sentirla el conductor cuando su vehículo se despeña como un barranco o alguien apunta un arma a tu cabeza. La sentía con tanta claridad como se siente el aire de la mañana cuando abres la ventana tras una noche demasiado larga. Era inútil correr, iba a alcanzarnos en cualquier momento, antes de que pudiéramos movernos más.

Estábamos muertos…

De pronto la oscuridad cambió de cariz a nuestra espalda, di media vuelta y encontré al nuevo amigo de Johnny caminando hacia nosotros con pasos firmes y pesados, dibujando a su alrededor un contorno de una negrura que de algún modo resultaba menos amenazadora.

-¡Eeeeh, es el JB!-gritó Johnny encantado-Perdona tío, hemos salido follaos sin despedirnos de nadie, es que mi colega lleva un poco de mal rollo y no pude…

La oí sisear, oí rechinar sus dientes en mi cabeza a la vez que susurraba: “…no tienes muchas alternativas a la vista, créeme, y no soy yo lo peor que puedes elegir. Pero la vida está llena de segundas oportunidades…”

JB sonrió con desprecio como si hubiese oído algo.

-Mienten. Siempre. Hundir sus defensas es parte de su estrategia. No es un modo de actuar exclusivo de ellos, por desgracia, pero es así.

-¿…estrategia?...¿Y QUIEN ERES TU?-grité incapaz de entender que había ocurrido con mi vida en tan solo veinticuatro horas-.

-Un amigo-contestó-.

De pronto el infierno se desató, la noche se llenó de un viento huracanado y las farolas que nos rodeaban fueron estallando una a una, dejándonos sumidos en la más absoluta oscuridad.

-Tranquilos-dijo JB intentando oírse en medio de la súbita tormenta desatada mientras Johnny miraba a su alrededor como si por fin hubiese notado que algo no iba bien en torno nuestro- La encantan los efectos especiales, pero lo importante es que…

Un súbito golpe de aire invisible me tiró de espaldas literalmente, arrastrándome por el suelo.

-…efectos especiales-oí repetir al individuo-pero lo importante es…

Su imagen empezó a temblar como si se tratase de algo irreal, el mismo Johnny desapareció y sin más me ví tendido en un callejón oscuro con una luna surcada de nubes negras sobre mi cabeza. No puedo explicar el sentimiento de terror, de desvalimiento y absoluta soledad que me embargó.

-¿Johnny?-murmuré con los ojos empañados-.

Dos brazos blancos y fríos me rodearon por la espalda y escuché su voz, esta vez susurrando a mi oído.

“Te lo dije…No puedes contar con Johnny. Pero tranquilo, puedes contar conmigo. Voy a llevarte al otro lado del arcoíris.”

Me hizo dar la vuelta despacio y pude ver de nuevo su cabello rubio rizándose con vida propia ante su rostro, la mirada apacible y profunda, su perfecta piel blanca, casi azulada, y en sus hermosos labios una sonrisa contenida.

“Vamos, no pongas esa cara. ¿No crees que me debes un baile?”

Sin darme cuenta estaba de pie y ella me abrazaba pegando su cuerpo duro y frío al mío. Rendí mis brazos en su cintura, que ocuparon el lugar oportuno como si siempre hubiesen estado allí, y ella dejó caer su cabeza en mi hombro, desfallecida de amor.

“Sabes, busco tanto…Es como hacéis vosotros, en realidad no somos tan distintos. Busco, vuelvo a buscar, me equivoco… a veces me duele, y tengo que retirarme en la oscuridad a llorar mis heridas. Aún así no desespero porque la felicidad puede estar ahí, a un milímetro de mis dedos, y vuelvo a intentarlo…”

No pude musitar una palabra por el puro terror que sentía pero ella se limitó a entrelazar sus dedos con mi cabello como si no precisara respuesta.

“..sabes, cuando creo encontrarte, cuando creo tenerte entre mis dedos, te escurres y tengo que volver a empezar…es tan desesperante…entiendes lo que siento, ¿verdad?”
En alguna parte lejana de mi conciencia oí a Johnny gritar mi nombre.

“..muchacho, curaré tu dolor. Solo tienes que darme una prueba de amor, ¿lo harás?”

De pronto ella era cálida entre mis brazos, sus labios se posaron primero los míos, después en la línea de mi mandíbula.

“¿Tienes miedo?”

“..joder, sí…”

“…venga hombre…¿crees que podría hacerte daño?...”

No se sí ella necesitaba oírlo, ni si yo lo creía al decirlo, pero moví la cabeza negativamente. Entonces noté sus dientes presionando contra el punto exacto en que latía el pulso de mi cuello, luego algo cedió en mi piel y sentí distante algo cálido que fluía de mí hacia ella…

…de súbito la oscuridad había desaparecido y nos envolvía una niebla de plata, fría pero increíblemente hermosa.

No, no sentí dolor, tan solo su bello y despiadado amor.