jueves, octubre 26, 2006

SOMETHING STUPID, FINAL


"The time is right your perfume fills my head, the stars get red
And oh the nights so blue
And then I go and spoil it all, by saying something stupid
Like: I love you
(I love you, I love you...)"

ACTO III: PASSIONE


"Angelo" es un local pequeño de luces suaves, paredes en tonos granates y música encantadora al que solo vine una vez en la despedida de soltera de mi amiga Peggy Sue y terminamos todas con el sostén en la cabeza subidas a la mesa y cantando "arriba España y aquí abajo la castaña"... ¿recordarán mi paso por el lugar?... ¿tendrán fresca en la memoria mi estampa a cuatro patas vomitando en uno de los "ficus babilonica" de la entrada?...
Es poco probable, soy la imagen del pundonor cuando desciendo del taxi como la heroína de una película romántica, con un vestido rojo que Sara ha terminado de ajustar con puntadas a mi cuerpo una vez puesto ("reventará, Sara", le he dicho al verme embutida en el espejo como una morcilla de Navidad, y ella "bueno, pero que reviente cuando te lleve a su lugar de apareamiento, no antes"...romántica incorregible...). Además llevo un chal rosa con lentejuelas colgando de los codos y el pelo recogido en la coronilla. Me miro en el gran espejo de la entrada y ¡joder, estoy casi guapa!... "¿quien es esta tía,-me digo al verme- Britney Spears?"
- Señorita -me saluda el mismo camarero estirado que saco mi cabeza de la maceta en mi última visita y arrastró mi voluminoso organismo a la calle ("¿le importaría poner su gordo culo fuera del establecimiento?", añado a su recibimiento, pero no)- ¿tiene mesa reservada?
- Ooooh, por supuestosss -digo sonriendo procurando utilizar "eses líquidas" en mi pronunciación, e intentando adoptar ese aire como si mi vida fuese un continuo deambular de restaurante en restaurante y de cena en cena- Tengo una cita con un caballero...
- Si me dice el nombre estaré encantado de acompañarla...
- Coño -exclamo y luego me muerdo el labio inferior simulando inocencia para suavizar el efecto de la imprecación. Tanto "George Clooney, George Clooney" y ahora descubro que no sé como se llama ese jilipollas-.
Si el estirado ha oido mi exclamación no da muestras de ello, así que yo me pongo de puntillas y con un gesto que yo misma definiría como encantador exclamo:
- ¡Es aquel!
..en efecto, ahí está George, con una camisa blanca demasiado desabrochada mostrando un leve bosquejo de su tenue pero oscuro vello pectoral y unos vaquerazos ajustados que quitan el hipo. Me viene el primer pensamiento sucio a la cabeza y justo en ese momento escucho un "¡Flop!" bajo mi falda. También lo escucha el camarero porque me mira de reojo levantando una ceja antes de indicarme el camino... las bragas de Luciferini, que al ponérmelas me han dado gustito con esa textura suave y un poco resbaladiza, se han ceñido de repente a mis partes milimétricamente,como si mi chocho -con perdón- hubiese hecho el efecto de una bomba de vacío. Un sudor nada tranquilizador cubre mi labio superior mientras sigo a Mr. Estirado hasta la mesa de mi chico.
George resplandece al verme tal cual si yo fuese Venus surgida de las aguas, se levanta y dice cálidamente:
-...bienvenida...
...estoy contemplando su paquete pensativamente cuando de pronto las bragas comienzan a vibrar.
La comprensible dilatación de mis pupilas que sigue a este fenómeno preocupa a G.C.
- ¿Estas bien? -pregunta solícito-.
Tengo que madurar la respuesta porque casi puedo oir el sonido como de motorcillo de juguete que proviene de mi entrepierna.
- Puesss...-le miro fijo con los ojos desorbitados pero sin verle-...sí...algo nerviosilla...cansada... oh, cielos, yo que sé...
Me dejo caer en la silla y de pronto tengo la sensación de que algo entra por ahí abajo dentro de mi como si me hubiese sentado encima digamos de un cacahuete, pero es algo en lento crecimiento... ahora es un pepinillo... ahora una pequeña zanahoria...
He de elevar mi nalga izquierda de la silla para mirar el asiento y asegurarme que no me senté sobre un pequeño calabacín que alguien hubiese dejado ahí olvidado. Luego me percato de que la preocupación de George va en aumento, y rio histéricamente:
- ¡Ah, ah!...¡Jajaja!...¡Pensé que había algo ahí... en la silla...! ¡Se me estaba clavando en...! Bueno, tu sabes, esas cosas que tenemos las chicas...
No puedo precisar el impacto de mis palabras en G.C, porque me mira fijo sin decir nada. Afortunadamente un camarero llega a atendernos para romper el hielo... nueva sorpresa, sino fuese porque sé que es imposible diría que es el mismo Luciferini que me vendió las bragas vibradoras, pero lleva un sombrerito blanco que cubre los cuernecillos, si es que existen.
- ¡Buona notte! Aquí tienen nuestra carta -dice el gordinflón colorado con una cara de mondarse de la risa que me mosquea un montón- En cuanto me digan les tomo nota...
-Un momento, un momento -digo temblorosa mientras aquello que invade mis entretelas me llena por completo como si tuviese una buena tranca metida en...-...señor...señorito... ¿no nos conocemos?...¿regenta usted en sus ratillos libres un negocio de moda digamossss íntima femenina?...
Es fisicamente imposible porque mi culo presiona con fuerza la silla pero aquello, ese "ente" empieza a moverse despacio, entra y sale con exasperante lentitud, rozando y resbalando justo allí por donde en otras circunstancias querría yo que rozase y resbalase.
- ...aaah-aaah -suelto como si acabase de acordarme de algo pero son simples gemidos preorgásmicos-.
- Creo que se equivoca de hombre, signorina -me dice el cabronazo ese con una voz temblorosa que me hace pensar en si no está conteniendo una carcajada-... ¿quieren un aperitivo mientras lo piensan?
George me observa con cierta prevención, como si yo fuese a sacar un hacha y pensase emprenderla con toda la clientela. El camarero mosqueante susurra:
- Oh, signorina... esta usted sofocada... ¿desea que subamos el aire acondicionado?
Iba a responder donde podía meterse el aire cuando aquello que trastea ahí abajo ha empezado a zumbar en serio, y he tenido que decir solamente:
- ¡Oh!... ¡Oh!...
- Bueno, si no quieres que den el aire no pasa nada -ha intercedido George-. Está bien así, gracias... oye, ¿tienes el móvil en vibración? Estoy oyendo todo el rato un run-run-run que no sé de donde viene, el mío no es porque...
La realidad ha comenzado a ondular a mi alrededor, noto mis carrillos ardiendo, el labio inferior descolgado y los párpados caídos gracias al tratamiento de choque que estoy recibiendo allí abajo. Una anciana que cena sola en la mesa de al lado me está observando con curiosidad mientras George finge concentrarse en la carta, pero sus maravillosos ojazos no paran de espiarme en tanto que yo me agarro a los bordes de la mesa como si fuese a salir despedida.
- Ah-ah-ah...agh...-barboto-.
- Mira, esto no es normal, no creo que esto sea lo más...
- ¡Hiiii! -he chillado al notar poco a poco como todo mi organismo empieza a calentarse muy en serio, como si fuese a entrar en combustión espontánea de un momento a otro- ¡Estoy genial, te lo juro! ¡De puta madre!
Ahora doy botecitos sobre la silla acompasando mis caderas al ritmo que el endiablado trabuco fantasma está marcando, George ya no puede seguir fingiendo que no pasa nada y yo tampoco puedo, es, es, simplemente... una pasada... Una fuerza invisible me hace separar los muslos, ahora son los ojos de George los que se dilatan hasta extremos insospechados cuando planto primero un pie y luego otro encima de la mesa para facilitar la maniobra, ¡como si hiciese falta!, mientras mi sujetador ha empezado también a zumbar sobre mis pezones a un ritmo perverso.
- ¡Susi, joder, si todavía no te he dado casi ni las buenas noches!-ha protestado mi acompañante porque ya no hay duda de lo que está ocurriendo-.
El orgasmo implosiona en mi organismo, es el Polvazo del Año, el Gustazo Universal, es, simplemente... la leche...
Lanzo un aullido y de pronto las bragas salen disparadas e impactan contra la vieja de la mesa de al lado mientras mi silla bascula hacia atrás y me desplomo con los muslos en alto ofreciendo a toda la concurrencia una generosa visión de la zona que personalmente ya he declarado como catastrófica, las precarias puntadas del vestido saltan por los aires "¡PANG!-¡PANG!-¡PANG!" sonando como disparos en el ahora silencioso comedor, luego el mundo se desvanece poco a poco y me pierdo en un generoso olvido...


....dieciseis horas después,en la oficina, teléfono en mano, el auricular cubierto por un pañuelo para camuflar la voz y Sara a mi lado mordisqueando un bolígrafo con nerviosismo.
-...ejem... ¿sí?... ¿es "Luciferini- Women's secrets"?...quería hacerle un pedido especial... si, estamos hablando de algo importante... bien, pues al menos de veinte bragas que una amiga me...
- ...cuarenta -sisea Sara pellizcándome el brazo como una víbora concupiscente-.
-...que sean cuarenta, ¿qué le parece el negocio?...


Finalizado el tierno y romántico relato, decir:

Como siempre, gracias por dedicar parte de vuestro tiempo a leerme y tener la paciencia de dejar vuestros comentarios, porque cuando me sube la vena ya no sé ni donde voy ni de donde vengo... ojalá nos hayamos hecho la semana más llevadera unos a otros ¡y mañana ya estamos a viernes, carape, esto está chupado! (aunque haya quien como yo que trabaja también el sábado).
...y dado que hubo un ligero debate al respecto, la protagonista se tomaba una "Pantera Rosa", pues si, las Panteras molan bastante, pero los mejores del mundo son los "Bonys" ( que la señorita Pon describió con minuciosidad en un comentario ). Ese chocolate con la mermelada de fresa, ¡uff, uff, uff!...

Ahora si, besos a todos, montañeses...