jueves, enero 31, 2008

INGRESANDO EN EL CUERPO DE LOS INVERTEBRADOS SUBTERRÁNEOS




Bueno, la cosa era de esperar, pero no lo imaginaba tan rápido.
Ayer, un pacífico protozoo, agitando sus cilios en ese líquido primordial en el que viven estos animalillos, sin más preocupación que mis vibraciones pulsátiles, fagocitar algún corpúsculo de materia orgánica y mascarlo un rato con mis orgánulos celulares para ver si se deja o no se deja comer, y quizás poner el flagelo tieso al paso de alguna ameba de buen ver, una ameba o un paramecio, porque a esos niveles el sexo es libre: “lo que pilles te lo cepillas y punto, luego ya veremos lo que sale”, ese es el lema de los pequeños, cuanta sabiduría acumulada en tan diminutos cuerpecitos. Si el mundo de los primates funcionase de modo parecido, cuanto quebradero de cabeza se ahorrarían.
Pues sin más ni más, y como me estaba temiendo, he pegado un salto en el escalafón cual funcionario del Estado aprobando una oposición de promoción interna, y en estos momentos disfruto del dudoso honor de ser un anélido rosado y ligeramente viscoso, ni más ni menos que…tachán-tachán… una lombriz. Sí, eso mismo, esas cosas que son a un topo lo que un perrito caliente a un neoyorquino a la hora del “breakfast”.
Lombriz. Ah. Que hermosa palabra. Creía disfrutar de ese “sí es-no es” del protozoo, pero amigo, ser lombriz tiene ese espíritu aventurero que creía perdido desde aquella juventud de estados anteriores a mi condición protozoaria y que ya no recuerdo, claro( dejé las neuronas en la carretera si ).
Soy lombriz, sí.
Y ahí ando, buceando en océanos oscuros y confortables de tierra húmeda, en busqueda de… ¿qué se yo?… A veces, excavando una y otra galería, mientras como tierra a toda velocidad y la expulso por la punta de mi cola (digamos mi trasero ), pienso: “pero donde vas, locuelo…que buscas en la vida…que significa este rodar y rodar por los subterraneos”. Si fuese la mismisima Cher me preguntaría "Dov'è l'amore,Where are you now my love?,I need you here to hold me”, pero a estas alturas evolutivas todavía no llego a tanto, solo ruedo y ruedo de un tunel a otro, y percibo otro de los principios budistas que los organismos sencillos comparten y que a vosotros, humanos grandotes y patudos se os escapan: la felicidad no se encuentra al final, la felicidad está en el camino. Y así ruedo yo por debajo de vuestros pies, sin analizar la cantidad de tierra que me echo al cinto, ruedo y ruedo sin plantearme nada más, encontrando el aliciente del camino en el camino por sí mismo…
..vale, a veces llueve, entonces subo a la superficie, mejor por la noche para que no se me reseque esta epidermis de melocotón que Dios me ha dado, y contemplando la luna entre las nubes me pregunto qué debe ser vivir aquí arriba siempre, con el cielo sobre tu cabeza, tan expuesto y tan vulnerable… no os creais que soy la única lombriz que se plantea estas cosas, hay muchas más. A otras, perdidas en ensoñaciones, las sorprende la luz del día y si hay suerte y el sol no pega muy duro pueden volver a la oscuridad, pero hay otras que quedan resecas y muertas pegadas contra el suelo, imaginando qué se yo, que son pájaros y surcan el cielo bien alto, allá arriba… felices quizás, pero muertas.
Yo hoy por hoy no me he dejado llevar por estas ideas de lombriz loca y no me ha sorprendido el sol pensando en tonterías, continuo surcando el universo inferior y sigo rezando por no prosperar demasiado para no plantearme demasiado, y si por fin consigo mi meta y me convierto en el Alien soñado, desear “que me toque Ripley, que me toque Ripley”, y no la banda de patanes que corretean en “Alien vs. Predator II”. Que no puede ser más mala por cierto, porque si fuese más mala la habrían declarado perjudicial para el consumo humano, atentado contra la salud pública o qué se yo…
Dios mio, lombrices haciendo críticas cinematográficas, ¿Dónde vamos a parar?…es que el otro día, entre excavacion y excavacion, me dió tiempo para ir un ratito al cine, ¿pasa algo?
Un abrazo a todos.


...en la foto, la teniente Ripley con su gato que se llamaba...que se llamaba... ¿como se llamaba el jodío y afortunado gato? ¿cuantos mininos querrían sentarse en ese pedazo de muslo de Ripley y que ella les rascase el pechito?

Miaooooooooggggg, Riiiipleeeeeeey.