sábado, septiembre 11, 2010

SEPTIEMBRE


Me parece que todos los años cuando llegan estas fechas me pongo a hacer reflexiones sobre el final del verano y las cosas que supone el que termine, porque una parte de mi conserva la certeza de que lo que no haya ocurrido ya, no va a ocurrir hasta que el invierno termine. Esto, claro, solo es válido para mi, a buen seguro la mayoría de la gente que habita en la misma zona del planeta que yo es más inteligente, está mejor adaptada a su entorno y sabe ver las oportunidades que la vida sigue dando, cuando llega el otoño con sus ojos melancólicos y también después, cuando las noches largas y frías del invierno se apoderan de todo y el mundo se inunda de oscuridad.
Y descartada la posibilidad de contar en mi material cromosómico con un gen de oso que me induce a la hibernación, o el de una nativa hawaiana que solo es feliz dando saltitos bajo el sol, ¿qué explicación le voy a dar a esta actitud mía de chiringuito playero que me hace bajar persianas y colgar el cartel de "cerrado hasta la próxima temporada"cuando llega esta época del año?...
...no lo sé. Quizás es Septiembre, con estos cielos que aunque conservan la luz me parecen llenos de un espíritu melancólico y hasta un poco trágico, ese que tanto me estimula el alma y las palabras...
Te miro, me miro y pienso en el invierno que nos viene. Si cuando abramos los ojos con el primer sol de primavera, seguirás estando a mi lado. Como si en vez de un tránsito invernal nos embarcásemos en una nave interestelar de esas que van a galaxias desconocidas y tu y yo, exploradores intrépidos, estuvieramos a punto de entrar en las cámaras de animación suspendida para pasar el viaje de años luz que nos espera. Y es que aunque ahora no me cabe duda de que cuando abra los ojos y gire la cabeza serán tus ojos lo primero que veré, siempre quedan incógnitas por el camino, tormentas estelares, asteroides malditos que impacten con nosotros y-y-y-...
...
...y no pasa nada." Tranquilo, muchacho", me digo. No vas a viajar por las estrellas, solo tendrás que cruzar un invierno sin moverte siquiera de ahí donde te encuentras, y no habrá hibernación, podrás despertarte en medio de la noche y poner la mano sobre su espalda para saberle cerca, y abrazarle para sentirle respirar. No será un sueño artificial inducido para sobrellevar una criogenización de larga duración, te volverás a dormir y al despertar, aunque el frío empañe las ventanas y la lluvia golpee los cristales dibujando con sus gotas caminos que no van a ningún sitio, al despertar tenderás de nuevo la mano y ahí estará su espalda, justificándolo todo.
Ahora vuelve a mirar el cielo.
Sonríe.
Abraza Septiembre.