jueves, septiembre 21, 2006

...TERCER CAPITULO...

...en fin, aquí va otra entrega del culebrón venezolano que me estoy cascando, y dado que han pasado unos cuantos días desde el capítulo anterior, una breve sinopsis:
...un verano en el pasado, un verano en el presente, una misma mujer volviendo a una misma casa, un par de chulazos para animar la reunión... vaya, ¿que saldrá de aquí? Ni yo mismo lo sé, jaja... Vamos allá...
Capítulo 3

Ayer

En vez de ir al servicio se dirigió a la cocina, donde Dolores estaba organizando las provisiones. Al verla entrar sonrió y la animó a sentarse.
- Ya empezamos con la lucha de todos los años a la hora de las comidas... tu madre tiene mucho temperamento, y tu tampoco te quedas atrás, pero tampoco me parece bien que te quedes siempre sin comer. ¿No te apetece nada aquí que estamos las dos tranquilas?
- Mmmm...dame una galleta.
La mujer rió complacida y se levantó a por una lata de un estante.
- ¡Igual que cuando eras pequeña!...En el fondo sigues siendo mi niña. Ten, son de chocolate como a ti te gustan.
Dolores era una mujer baja, gruesa y de cabellos blancos que siempre vestía de negro desde la muerte de su esposo, ocurrida muchos años atrás. Laura pensó ahora allí sentada que la quería más que a su propia madre, o al menos era lo que sentía cuando su madre se comportaba de aquella manera. La cocina, con sus estanterías repletas de frascos, sus fogones, la mesa de madera con sus taburetes y la ventana que miraba a las dunas era su refugio, el lugar donde le gustaba esconderse cuando se hartaba de Sofía, de Victoria, del mar y de aquel sitio en general.
Se comió una galleta pensativamente, valorando la toma de contacto con la casa y las posibilidades de los próximos meses. Luego recordó lo que su tía le había contado y preguntó:
- ¿Has estado enferma este invierno? Tía Victoria me contó algo...
- ...uff, hija, son los años que no perdonan... tengo la espalda fastidiada. Menos mal que mi chico va a echarme una mano, sino habría tenido que renunciar al empleo este verano...
- No sabía que tenías hijos...
Dolores la respondió con una sonrisa bondadosa.
- Es natural. Yo te quiero mucho, pero no dejamos de estar tú en tu sitio y yo en el mío... ahora dime, ¿no vas a volver a la mesa? Si no tu madre va a enfadarse contigo nada más empezar las vacaciones.
Laura valoró sus posibilidades y por fin se levantó con exagerados gestos de hastío que hicieron reír a Dolores.
- Me vuelve loca siempre, pero cuando se junta con tía Vicky es muchísimo peor...-suspiró antes de marcharse- Luego te veo, Dolores, tendremos cosas de que hablar, ¿verdad?
La mujer asintió sin abandonar la sonrisa, y Laura volvió arrastrando los pies al salón.

Hoy

Sobre la mesa de la cocina encontró, tal y como José le había dicho, un manojo de llaves y un papel arrancado de una libreta con un número de teléfono apuntado. Deslizó pensativamente los dedos sobre él pensando qué excusa podría poner para utilizarlo.
"Hay tanto que me queda por saber... él se quedó aquí, tuvo que enterarse de cómo terminó todo, y además conoce las partes que a mi me faltan, puede contarme lo que sucedió cuando yo no estaba presente... eso es parte de la razón por la que estoy aquí, ¿no? Rellenar esas lagunas, dejar de preguntarme qué es lo que pasó...
...pero todavía no... iremos por partes, ¿qué tal si primero deshacemos la maleta?"
Se instaló en su habitación de siempre, no tardó más de diez minutos en distribuir su escaso equipaje por las baldas de un vetusto armario de madera que no recordaba haber visto antes. Aparte de esto el único mobiliario era una cama con las sábanas pulcramente dobladas sobre el colchón a la espera de ser colocadas,, una silla y una mesita, nada más. Sin embargo el espectáculo de las dunas, la playa y el mar a través de la ventana compensaban con creces la sobriedad del interior.
"Recuerdo que cuando era pequeña no podía soportar el aburrimiento, ahora en cambio creo que podría pasar aquí unos cuantos meses escribiendo, olvidada del mundo... ¿Será una mala idea venderla ahora que las cosas me van mejor?..."
El pitido del teléfono móvil la hizo dar un salto antes de cogerlo. Era Elena, que parecía haber escuchado su último pensamiento.
- ¿Qué tal, turista? ¿Has llegado hace mucho?
- Hace un rato... oye, eres un encanto, no se como agradecerte el que te hayas acordado de mandar a alguien para que pusiese la casa a punto, ha hecho un trabajo estupendo...
- Me debes otra cena -rió su amiga. Laura escuchaba mucho bullicio por el auricular y se sintió de pronto mucho más sola y aislada que hacía unos instantes- ...para eso llamaba, quería asegurarme de que el tipo había hecho su trabajo bien... a fin de cuentas eres tú quien va a pagarlo, jajaja...
- Lo hizo muy bien... oye, ¿cómo diste con ese tipo?
- Bueno, la amiga de una amiga de una inmobiliaria de allí conocía a las personas que tu familia contrataba habitualmente para estas labores... un momento...-su voz se sonó un momento como si se alejase del teléfono- ¿pero queréis callaros, chicos?¡no oigo ni una palabra!... ¿sigues ahí, Laura?
- Si, si...-murmuró consciente de su único ruido de fondo, el sonido de las olas rompiendo en la arena y los gritos de las gaviotas- ...la cuestión es si tú estás o no estás...
- ¡Jaja, claro que estoy, pero en medio de un barullo que ni te cuento, nos vamos de cena unos cuantos y hemos entrado a un bar para organizarnos... o desorganizarnos, no lo sé... ¿Qué te estaba diciendo?
- De la familia que contratábamos aquí los veranos...
- Oh, sí... al parecer la madre, una señora mayor, las palmó hace unos cuantos años, y es el hijo el que se encarga de esos menesteres... dime, ¿está bueno? Igual te surge un entretenimiento inesperado para estos días que pases allí...
Aunque no se había acordado de ella en todo aquel tiempo, la noticia de la muerte de Dolores la llenó de una repentina tristeza, como si hiciese solo unos días que no se hubiesen visto.
"...qué pensará José de mi, tantos años trabajando para mi familia y no aparecí en el entierro... pero es que la había borrado de mi memoria por completo, ¿cómo pudo suceder?... me había olvidado incluso de Jose..."
- Escucha, Elena, llámame cuando estés más tranquila, ¿de acuerdo?
- ¡Si, si!-gritó su amiga para hacerse oír- Pero está todo bien, ¿eh?
- Todo bien...Un beso...
Colgó sin esperar respuesta y se quedó un segundo con el aparato en la mano y los ojos cerrados intentando centrar su mente un momento antes de que el molesto pitido volviese a sonar.
"Pero quien..."
- ¿Laura?...¿Estas ahí?...
- Sara... eres tu...
- Por Dios, estaba subiéndome por las paredes, me lleva diciendo que no tienes cobertura desde hace no-se-cuanto tiempo, y cuando por fin logro una señal, me da comunicando... creía que te había pasado algo.
La sincera preocupación en la voz de su compañera logró relajarla de nuevo. Se dejó caer en la cama y dijo:
- No te preocupes, estoy bien... un poco cansada después del viaje y la "toma de contacto"... pero creo que merecerá la pena. Tendría que haberme traído la máquina de escribir, este lugar es estupendo para concentrarme en mi libro.
- ¿Tu libro?... no me asustes, ¿cuánto tiempo piensas dejarme aquí sola?
Laura rió silenciosamente.
- No mucho, ya te he dicho que no he traído la máquina...
- ...a Dios gracias...
- ...pero aún así, no se si hubiese aguantado mucho en este sitio. Estoy tan acostumbrada a la ciudad que creo que la voy a echar de menos enseguida.
- Oh. La ciudad. Muchas gracias. Por un momento pensé que iba a ser a mi a quien echaras de menos.
Ahora no pudo reprimir la risa.
- Vamos, lo digo para hacerte rabiar, ya lo sabes. Te estoy echando de menos desde que cerré la puerta de casa detrás de mí.
- Te estás riendo... eres indescriptible, largarte a tomar el sol tu sola a ese sitio y dejarme a mi aquí cuando podríamos haber estado...
- ...revolcándonos como dos perras...
- ...entre otras cosas... venga, no bromees, voy a estar inquieta hasta que te vuelva a ver aparecer por aquí. ¿Me llamarás si te ocurre algo?
- ...lo haré...
- ¿Me llamarás de todas formas aunque no ocurra nada?
- ...claro que sí...
- ¿Y yo puedo llamarte a todas horas siempre que quiera?
- ¡Jajaja!... claro, sino me voy a volver loca sin hablar con nadie. Lo estaré esperando, sino me voy a sentir defraudada.
Aún hablaron un rato más sobre cosas triviales antes de despedirse. Después dejó el teléfono a su lado y sin proponérselo se quedó poco a poco dormida...
Continuará...
La fotografía, si es que logro colocarla porque mi amigo el Blogger está hoy revolucionario ( la pregunta es, ¿y cuando no lo está? ), es de Miguel r-p-n, una vez más, gracias...
( Bastante rato después )
...vale, pues hoy sin foto, se acabó, que ya se me están hinchando los cataplines, con perdón... Lo siento, Miguel...