miércoles, julio 01, 2009

AQUELLOS DÍAS ESPLENDIDOS


De vuelta a casa.
La tarde es dorada y mariposas amarillas golpean contra los cristales.
Me prometí no reservar un segundo para la melancolia y seguir con mi vida, dejando todos aquellos dias espléndidos a mi espalda como si nunca hubiesen sucedido.
Que ingenuidad, ¿ves? Pretender obviar la huella de sus pasos, querer fingir que nada ha pasado...
Sí, la tarde se derrama apasionada en rojos cálidos sobre mis hombros, las golondrinas chirrían muy alto en el cielo, el mundo entero parece querer hablarme, abrazándome los hombros y diciendo que todo va a ir bien, me promete noches perfumadas y dias azules, me promete sonreir si prometo una sonrisa.
Y yo, con ese atardecer sonrojado de amapolas, prometo.
Prometo intentarlo, nada más.
Porque luego se irá el sol, vendrá la luna blanca y con el rostro en su regazo, todo recobra su sentido y aquellos días espléndidos retornan a la memoria, envenenando el alma de nostalgia.