sábado, agosto 16, 2008

REFLEXIONES VERANIEGAS: BESOS CAIDOS



Los besos caidos son los besos que no has dado, esos que no han ido a ningún sitio y nada más nacer han caido muertos de tus labios al suelo.

Lo intuyes, ¿verdad? No es una reflexión alegre, porque siempre hay tristeza en los besos que no has podido dar. Yo tengo una pequeña colección de besos caidos y esos besos, a pesar de no existir, pesan como piedras en el alma.

Tengo besos que no he dado a los que se han ido. La señora Muerte es inflexible con los besos caidos, hace que te los quedes para siempre. Y ahí se quedan. Estos besos son oscuros como la noche y, al igual que tantas otras cosas sin remedio, tienen regusto a eternidad.

Después hay besos caidos que no son negros, son azules con ese color de los atardeceres tempranos de invierno, esos que miras incrédulo y te hacen pensar con el alma encogida que anochece demasiado pronto. Esos son los besos que no te di: por orgullo, por descuido o por torpeza, eran besos en los que solo reparaba cuando ya te habías ido. Debí besarte más, ¿viste?...Y al sentarme a solas con esos besos caidos revoloteando como plumas en torno a mi cabeza, pienso si son azules porque azul es la tristeza, o si son así porque en el azul siempre encuentro un atisbo de esperanza... Quizás creo que algún día voy a poder llegar a ti con las manos repletas de los besos que no he dado, dispuesto a saldar deudas, ¿entiendes?...

...mientras, todos tus besos, esos que han quedado huérfanos sin propietario, vuelan y vuelan ante mis ojos llenando la tarde de mariposas azules...