PONIENDO "FIN"
“Fin”.
Que palabra, ¿eh?
Aunque expresa la terminación de cosas
o circunstancias tanto buenas como malas, yo siempre asocio el “fin”
con un sentimiento de pérdida, de cosas que terminan, y para ser
solo tres letras, me producen habitualmente un poco de tristeza. Sin
embargo esto no siempre es así.
Ayer por ejemplo puse la palabra “fin”
a la aventura pseudoliteraria en la que he estado embarcado los
últimos meses....y ¡que emocionante terminar este tipo de cosas!
No soy ningún erudito ni un genio en
la materia, pero bueno, me apetece contarte hoy qué pasa cuando
justo ese tipo de cosas ocurren, porque hay poco de artístico y
mucho de visceral en todo el proceso:
periódicamente -más o menos diría
que una vez al año-, siento el impulso repentino de ponerme a contar
algo. No es solamente que te digas a ti mismo “ah, estaría bien
escribir algo sobre tal o cual”, no: cuando aparece en sus primeros
síntomas es como un eczema que no puedes parar de rascarte y en mi
caso rascarse equivale a derramar palabras sobre el teclado más bien
sin ton ni son para sacarme eso de ese punto justo donde me está
picando.
Y me pongo a ello como llevado por una
fuerza superior a mi. De repente una historia aparece de la nada,
empieza a crecer y...
...y bueno, pueden pasar dos cosas. En
el noventaytantos por ciento de las ocasiones tan pronto como me
pongo a ello, el picor desaparece y la historia se queda en el mejor
de los casos a la mitad.
Luego, en unos pocos casos
particulares, el prúrito se mantiene hasta que el tema llega a su
fin.
En su terminación no tiene que ver
que las historias sean mejores o peores, porque he sentido hermosas
historias bajo la yema de mis dedos que han muerto nada más ver la
luz, y cosas infumables que han germinado, florecido y completado su
ciclo vital como si en parte mi criterio no tuviese nada que ver en
el asunto.
Ahora no te pienses que te estoy
hablando del proceso de creación literaria de un escritor de verdad
o un poeta de los buenos, no. Cuando me saco “eso” de encima
tiene mucho más de eso, de “echar algo fuera” que de acto
creativo. Vomito ese asunto que se me está revolviendo dentro y no
hay rastro ahí de hermosa armazón lingüística, adjetivos bailando
de la cintura de adverbios y construcciones sintácticas que combinan
eso que tanto admiro yo, la perfección un poco deshumanizada de la
perfecta gramática con el impresionante caudal de sentimientos que
ese férreo y en apariencia deshumanizado armazón libera cuando
entras en él. Lo mío es nada mas regurgitación pura y dura de algo que quizás en algún momento me tragué, me cayó mal y me preparó ese embolao, jeje.
Pero total que esta vez, contra todo
pronóstico, he expulsado de las tripas algo entero y he podido
ponerle la temida Palabra de Tres Letras:
FIN
Esta es la única situación en la que
un final me llena de una rara satisfacción.
En el resto de los casos, la Palabra de
Tres Letras solo la asocio como dije en el comienzo a sentimientos
negativos.
Odio que se acaben las películas que
me gustan, las series que me enganchan y los libros en los que entro
como el que cruza un portal hacia otra dimensión, desapareciendo del
mundo.
Y esto va mucho más allá en lo
personal, ahí sí que de verdad detesto los finales.
Conllevan pérdida, dolor, sentimiento
de fracaso y en el peor de los casos , incluso muerte.
Odio todo ese rollo negativo, pero
quizás lo que más odio es la absoluta y helada indiferencia que el
paso del tiempo termina dejando sobre los sentimientos y las
personas.
Cuando amo mucho y la relación
termina, no quiero que me deje de doler. No quiero que deje de
importarme, porque me odio a mi mismo mirando al pasado y leyendo o
recordando una infinidad de sensaciones como si nunca hubiesen
importado nada.
No soporto que toda esa energía
positiva que mi amor ha liberado se vaya por ahí a tomar por el
culo, y como ni se crea ni se destruye, igual termina encendiendo
bombillas o haciendo girar molinos de viento.
Supongo que se tratará de un mecanismo
de supervivencia, y que de verdad nuestro corazón y nuestra mente
necesitan esa posibilidad de ir dejando cosas atrás para continuar
andando el camino, pero...
...bueno, pero hoy este “FIN” era
uno de los que me dan paz espiritual, y de alguna manera había que
celebrarlo...
...con mucho palabrerío, como
siempre!!!
PD: y a los apasionados ( e inexistentes, jaja ) lectores de la historia, diré que aún quedan unos pocos capítulos
que publicar antes de llegar al desenlace, en estos momentos la cosa está que arde en el siguiente enlace...
...aah, echaré de menos estos spots acerca de mi mismo...¡me gusta tanto hablar de mi!...
Un beso sin FIN...
ResponderEliminarSiempre...
Mar del Norte
otro para ti, Mar querida...
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