TODO LO BUENO SE PASA EN UN MOMENTO
Todos los buenísimos propósitos de crónica blogosferica se quedaron en el aire, porque antes de haberme parado casi a reflexionar sobre esta atrevida empresa de contar todo lo que me va pasando, me encuentro con que ya estoy camino de vuelta... Ha sido un viaje corto pero satisfactorio porque Bilbao es una ciudad que nunca me defrauda y el mar... ...el mar lo justifica todo. Y es que yo, como buen mozo de interior todavía noto algo especial que se me remueve por dentro cuando escucho el rumor de las olas y comienzo esa experiencia full-HD-3D que es el océano en si mismo: la vista perdida en el horizonte, el olor a cangrejo, a algas y a rocas mojadas, el sabor del salitre en los labios y el contacto de mis pies con el frescor del agua salada. ¿Será el hecho de vernos sólo un par de veces al año la razón por la que me emociono tanto con cada reencuentro entre el mar y yo?... Como sea, lo que empezó con un café se termina frente a otro y mientras escribo estas líneas ya estoy