EL PLACER PROHIBIDO DE IR Y VENIR
Ahora que estamos abandonando poco a poco el confinamiento me siento más proclive a hablar del tema, lo cual me hace pensar que en el fondo-fondo, quizás la situación me agobiaba un poco más de lo que en su momento me he querido reconocer a mi mismo. Agobio pero solo al principio, después sospecho que al igual que todo el mundo ( o por lo menos al igual que todo aquel que se toma de vez en cuando un tiempo para la reflexión y no desconecta la sesera viendo Netflix ), toda esta experiencia tan surrealista nos ha servido para reordenar nuestra escala de valores y crear recursos para la supervivencia mental y anímica cuando nuestro espacio vital se reduce drásticamente a unos cuantos metros cuadrados. ¡Ah, sí, amiguitos! Yo que a estas alturas tenía mi lista de placeres prohibidos cerrada y bien cerrada ( si eres un lector veterano ya te sabrás lo de mis fantasías en las que un tremendo chulazo me somete a placenteras pequeñas vejaciones, no voy a abundar en el tema que me entusiasmo ...