HOMBRE MUERTO
El pánico. Cuando el pánico se apodera de ti, la realidad se desdibuja y tu mismo pierdes el control. El pánico. Correr, reprimiendo unas irrefrenables ganas de gritar, de romper en alaridos. Corrí. Corrí y vi la ciudad oscura y las calles vacías pasar a mi lado como una filmación en cámara rápida, corriendo también, cada luz y cada farola dibujando largas bandas brillantes tras de sí y yo en el centro de aquel túnel luminoso con la risa suave de ella bailando sobre los hombros. Corriendo, y en todo momento convencido de que era inútil. Que no había escapatoria. Cuando por fin llegué al bar que solía frecuentar Johnny el corazón se me salía por la boca. El local era un antro que parecía no cerrar nunca, casi siempre atestado de gente y sumergido en una penumbra azulada enfermiza pero al mismo tiempo acogedora. Encontré a mi amigo en una esquina de la barra, charlando con un individuo alto y demasiado sonriente. Johnny iba vestido tan sólo con una camiseta y unos vaqueros sin ...