INGRESANDO EN EL CUERPO DE LOS INVERTEBRADOS SUBTERRÁNEOS
Bueno, la cosa era de esperar, pero no lo imaginaba tan rápido. Ayer, un pacífico protozoo, agitando sus cilios en ese líquido primordial en el que viven estos animalillos, sin más preocupación que mis vibraciones pulsátiles, fagocitar algún corpúsculo de materia orgánica y mascarlo un rato con mis orgánulos celulares para ver si se deja o no se deja comer, y quizás poner el flagelo tieso al paso de alguna ameba de buen ver, una ameba o un paramecio, porque a esos niveles el sexo es libre: “lo que pilles te lo cepillas y punto, luego ya veremos lo que sale”, ese es el lema de los pequeños, cuanta sabiduría acumulada en tan diminutos cuerpecitos. Si el mundo de los primates funcionase de modo parecido, cuanto quebradero de cabeza se ahorrarían. Pues sin más ni más, y como me estaba temiendo, he pegado un salto en el escalafón cual funcionario del Estado aprobando una oposición de promoción interna, y en estos momentos disfruto del dudoso honor de ser un anélido rosado y ligeramente visc...