CABALLOS GALOPANDO HACIA EL ANOCHECER
Historias triviales.
Mi madre tiene un gato blanco de ojos azules, un gato viejo bastante borde que siempre ha hecho gala de un orgullo inquebrantable y una mala leche impresionante. En muy contadas ocasiones se ha dejado poner la mano encima, y cuando su temperamento era motivo de bronca con algún miembro humano de la casa, siempre terminaba oculto en la repisa de una ventana, contemplándonos por la rendija de las cortinas con esa mirada clara y fría que decía: "esto es así, o me amas tal cual soy o puedes perderte, al diablo con las medias tintas".
Nuestros temperamentos siempre han chocado, y hemos defendido siempre nuestros espacios respectivos a ultranza...
...ahora duerme en una manta sobre mis rodillas, apurando sus últimos momentos. Según la encantadora veterinaria, el problema es incurable, y si no nos decantamos por esa espantosa cortesía hacia el interesado titulada "inyección letal", se apagará poco a poco en unos días, como se va consumiendo una vela.
Tras nuestros años de rivalidad, se sube a mis piernas por las tardes a dormir, y al mirarle a los ojos, lo veo.
Sus caballos galopan hacia el anochecer.
He oido el sonido de ese galope más veces.
A veces he visto esas nubes de polvo en el desierto despidiendo a un ser amado, mientras un sol rojo como la sangre se hundía a cámara rápida en el horizonte.
A veces mis propios caballos galopan hacia el ocaso y no implican el final de nada físico, sino espiritual: proyectos, esperanzas, sueños que de pronto se transforman en caballos y se pierden en el final de la tarde...
Cuantas veces he creído estar a lomos del ganador , corriendo hacia el alba y tuve que tirarme en marcha para no perderme en una noche infinita...
...y ahora, sin embargo, me he subido a tu montura y agarrado a tu cintura galopamos hacia esas montañas azules que se van tiñendo de rosa y después de escarlata, poco a poco.
"Corremos hacia la oscuridad", te susurro, como si no te hubieses dado cuenta.
Ries y exclamas:
"¡Respira este aire suave y dulce!...¡Mira esa luz!...¿alguna vez has visto algo más hermoso?"
En vez de responder me abrazo más a ti y cierro los ojos.
No te has dado cuenta, amor mio.
Nuestros caballos galopan hacia el anochecer.
Mi madre tiene un gato blanco de ojos azules, un gato viejo bastante borde que siempre ha hecho gala de un orgullo inquebrantable y una mala leche impresionante. En muy contadas ocasiones se ha dejado poner la mano encima, y cuando su temperamento era motivo de bronca con algún miembro humano de la casa, siempre terminaba oculto en la repisa de una ventana, contemplándonos por la rendija de las cortinas con esa mirada clara y fría que decía: "esto es así, o me amas tal cual soy o puedes perderte, al diablo con las medias tintas".
Nuestros temperamentos siempre han chocado, y hemos defendido siempre nuestros espacios respectivos a ultranza...
...ahora duerme en una manta sobre mis rodillas, apurando sus últimos momentos. Según la encantadora veterinaria, el problema es incurable, y si no nos decantamos por esa espantosa cortesía hacia el interesado titulada "inyección letal", se apagará poco a poco en unos días, como se va consumiendo una vela.
Tras nuestros años de rivalidad, se sube a mis piernas por las tardes a dormir, y al mirarle a los ojos, lo veo.
Sus caballos galopan hacia el anochecer.
He oido el sonido de ese galope más veces.
A veces he visto esas nubes de polvo en el desierto despidiendo a un ser amado, mientras un sol rojo como la sangre se hundía a cámara rápida en el horizonte.
A veces mis propios caballos galopan hacia el ocaso y no implican el final de nada físico, sino espiritual: proyectos, esperanzas, sueños que de pronto se transforman en caballos y se pierden en el final de la tarde...
Cuantas veces he creído estar a lomos del ganador , corriendo hacia el alba y tuve que tirarme en marcha para no perderme en una noche infinita...
...y ahora, sin embargo, me he subido a tu montura y agarrado a tu cintura galopamos hacia esas montañas azules que se van tiñendo de rosa y después de escarlata, poco a poco.
"Corremos hacia la oscuridad", te susurro, como si no te hubieses dado cuenta.
Ries y exclamas:
"¡Respira este aire suave y dulce!...¡Mira esa luz!...¿alguna vez has visto algo más hermoso?"
En vez de responder me abrazo más a ti y cierro los ojos.
No te has dado cuenta, amor mio.
Nuestros caballos galopan hacia el anochecer.
Sentimientos encontrados, el enemigo en tus manos y un corazón de ángel que no sabe de oscuros recelos no puede menos que compartir la senda...
ResponderEliminarTodos los caminos que andamos, las distancias recorridas,tienen una meta: a veces definida, a veces por descubrir... y si nos aferramos a la cintura de alguien que amamos y nos ama... hasta el crepúsculo no deja de ser la promesa de un día que acaba para iniciarse otro, traspuesta la noche...
Quien te acompaña, quizás ríe porque sabe: luego de la noche prometida, llegará otro amanecer...
Mis besos de Hada para tus alas de Ángel...
Te quiero!
Ana
"¡Respira este aire suave y dulce!...¡Mira esa luz!...¿alguna vez has visto algo más hermoso?"
ResponderEliminarCabalgar hacía el anochecer... no importa, sí vas atado a la cintura de quien amas y te ama. La noche no puede ser tan larga.
Y... los caballos me parecen uno de los seres más hermosos que pueblan este mundo...y los gatos, claro.
Ahora que las asperezas gatunas se han limado entre ustedes, dejalo dormir a tú lado, deja que sus ojos de esmeralda se cierren mirándote.
Un beso siempre amigo.
Respira ese aroma del campo,inunda tus ojos con ese atardecer rojo, de esas montañas azules,cierra los ojos y confia en quien amas porque aunque vayas hacia la oscuridad, tras las montañas empieza un nuevo amanecer para los dos.
ResponderEliminarUn abrazo amigo mio.
y mira la luz que se filtra hasta por las rendijas de los ojos...
ResponderEliminarTodos cabalgamos hacia algo: Alba, tinieblas...
ResponderEliminarBueno es saber dónde nos conduce el camino, pero mejor dejarnos llevar, sueltas las riendas, hacia dónde quiera el destino.
holis dulce! que te has equivocado que la loquis que te acompaña prendida a la cola del caballo soy yo, voy a cuidar que llegues a destino sano y salvo, palabra de duende ¿a que me creíste?..ji,ji, tan solo velaré que esa sombra que se aparece y te está llevando a ese lugar no te lastime, que sea lo que dice ser, no lo que aparante, porque entonces sí que conocerá la furia de todos los duendes juntos......ya verás, un beso y te quiero mucho....
ResponderEliminarRo
ánimo, no desfallaceremos. seguiremos cabalgando.
ResponderEliminar¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
un abrazo.
intento siempre galopar, ya sea hacia la oscuridad que hacia la luz... Galopar, se jinete del alba o del crepúsculo... De niño, solía pintarme tantas veces galopando, entre azul y verde...
ResponderEliminarpobre gatita...
Me ha enternecido la historia de tu pequeño rival, pobrecito, y su reconocimiento hacia tu persona.
ResponderEliminarPero la vida es así, y como tu gago, o la tomas o la dejas, caballos ganadores, algunos, ocasos muchos, pero todos suman, todos son vivencias y todos construyen nuestro yo.