Volando a ras de suelo

He empezado a escribir estas líneas nada más pasar el huracán navideño y todavía quedan unos días por delante para terminar el 2019, pero mis microvacaciones navideñas concluyen hoy y me parece muy posible el que pueda encontrar poco o ningún tiempo en los próximos días para dejar nada escrito: turnos laborales nocturnos, preparación de la Nochevieja, últimos coletazos de los regalitos de Reyes, en fin, tu ya saaaabes mi amoool... Total, que este parece el momento más oportuno para reflexionar un poco conmigo mismo ( y contigo que me estás leyendo ) sobre lo que ha sido este 2019 y que no hayas podido intuir tú a través de las veintipico paupérrimas entradas que han supuesto mi año blogosférico. ... ...ahora es cuando empiezo a soltar una serie de cosas profundas y ocurrentes que me hagan quedar como un tío guay ¿no?...ay mariadolores, pues va a ser que no. Porque el 2019 se suma a la ya larga serie de años de transición que se me van acumulando a la espalda en los que...

 Por lo general no soy partidario de esa manía generalizada que existe de adoptar los modos y costumbres anglosajones, más bien todo lo contrario, pero hay ciertas excepciones y una de ellas es la música navideña, en concreto el lado más nostálgico y tristoncillo del asunto. Será porque en estas fechas en las que todo el mundo confraterniza tanto, los seres como yo, con la capacidad de sociabilizacion de un lagarto muerto puesto secar en medio del desierto, empatizamos mucho con ese no-sé-qué un tanto depre asociado también a la Navidad. Esto en su momento me resultó  sorprendente porque la música navideña en "spanish Mode" tira bastante de la pachanga y el cachondeo: que si mira como beben los peces en el río (y beben, y beben y vuelven a beber), que si a San José los ratones le han roido los calzones, mucha zambomba, mucho pastorcillo, pero ni asomo de ese rollo triston y masoca (que se sufre pero con cierto regodeo en el propio sufrimiento, ¿no?) que sí se aborda en...

Para empezar, calzoncillo a listas No te asustes, que voy a ser brevísimo porque mi vida cultural en este 2019 ha sido comparable a la existencia de una lechuga en el desierto, esto es, se tarda más en mencionar la idea que en desarrollarla. Y si no lo crees, ahora lo verás: 1. LECTURAS MEMORABLES El alemán ha invadido mis días de tal manera que lo poco que he leído ( aparte de las últimas publicaciones de mi amigo Stephen King, bastante lamentables por cierto ) han sido libritos en alemán, pero además de esas novelitas apestosillas que crean especialmente para los estudiantes de idiomas, cosas sonrojantes de puro malas que solo tienen un pase cuando no se entiende en su plenitud la calidad pésima del desastre que uno está leyendo. Aún así y dado que se me supone ya un cierto nivel germano, he intentado desmarcarme un poco de esta penuria literaria intentando leer alguna novelita corta menos mala. Lo más destacable -y más reciente- es un fascinante manual de buena conduct...

...soy tan-tan repetitivo que me doy repugnancia a mi mismo, pero no puedo evitarlo: al igual que durante todo el año me he estado repitiendo con las mismas excusas para no escribir  ( por tener menos que contar aquí que una pulga de agua escribiendo sus memorias ), esto que viene ahota tampoco es nuevo. Todos los años ando en Enero renegando por el bajón que me supone el final de las Navidades, achacandolo al exceso de energía invertido en ellas, y me prometo a mi mismo: "nunca más", jurandome que el año siguiente no voy a involucrarme en el asunto, etc, etc, etc. Y siempre, ¡pero SIEMPRE!, empieza Diciembre y ahí estoy como un canelo picando en el mismo anzuelo de todos los años. Y me pongo a colgar adornitos y bolas, y a leer listas de "que fue lo mejor del año" y a pensar cuáles podrían ser las mías intentando resultar original y no en exceso patético, y VUELVO OTRA VEZ a gastarme más de lo que pensaba gastarme, a comer más de lo que quería comer y a meter...